Durante la media hora previa de la última sesión de la Junta Departamental de Maldonado, el edil Iduar Techera (Partido Nacional), se refirió a una serie de hechos de violencia registrados en Maldonado, en el deporte, en el tránsito e incluso en centros de estudio, por lo que se preguntó ¿qué está pasando?.

 

Techera consideró que se ha perdido la tolerancia, la actitud de “respetar y aceptar las diferentes ideas, creencias, prácticas, orígenes o comportamientos de otras personas, incluso si son diferentes o contrarias a las propias. Implica reconocer los derechos humanos universales y las libertades fundamentales de los demás, sin imponer las propias…”.

Narró que “en los últimos meses hemos comenzado a observar con creciente preocupación la aparición y normalización -y ya vemos como algo normal los hechos de violencia, tanto en los informativos como en las redes- de comportamientos violentos y agresivos en distintos ámbitos de la vida cotidiana”.

Subrayó que no se trata de hechos aislados, “se trata de una tensión creciente en el tejido social, donde la falta de tolerancia, el desprecio por el otro y la agresividad verbal y física se vuelven respuestas comunes frente al desacuerdo o la frustración”, lo que impacta en un país “con una fuerte tradición democrática”.

Techera se preguntó “¿qué nos está pasando? ¿Qué responsabilidad tienen los sectores políticos y de gobierno frente a esta situación? ¿Qué rol deben cumplir el Estado, los partidos, los actores sociales y la ciudadanía para revertir esta espiral de intolerancia?”, que, lejos de decrecer, aumenta cada día.

Reflexionó que la violencia cotidiana “no nace de la nada, es producto de una combinación de factores: desigualdades persistentes, falta de educación emocional, desconfianza en las instituciones, polarización en el discurso político, cultura de impunidad en el deporte y un ecosistema digital -redes sociales- que amplifica el odio”.

Dijo luego que, el desafío es doble: “entender las causas profundas de este fenómeno y asumir la responsabilidad política para enfrentarlo con decisión, con políticas públicas integrales, con educación, con cultura y con firmeza democrática”, mediante la apertura de un espacio de reflexión y propuestas.

Maldonado no es la excepción

Narró que semanas atrás un conocido hombre del deporte de Maldonado, exdirigente del fútbol local, sufrió lesiones de entidad en su rostro luego de una discusión por temas referidos al tránsito vehicular; y recordó el funcionario policial con graves lesiones durante el clásico entre Nacional y Peñarol, por el lanzamiento de una bengala náutica.

Dijo que también hubo incidentes luego del clásico de fútbol carolino entre Libertad y San Carlos (en cancha de este último), con rotura de infraestructura deportiva y un automóvil, “situación que se laudó favorablemente entre los dirigentes de ambos equipos para las reparaciones correspondientes”.

También recordó que el domingo 27 de julio hubo incidentes “con violencia” entre algunos protagonistas en el partido entre Defensor – Charrúas, y Colón - Peñarol de San Carlos, por el torneo oficial de Liga Mayor de Maldonado. Y otro incidente el miércoles 30 de junio, “y ese es el más preocupante, porque fue en un partido categoría Sub-20…”, entre Libertad de San Carlos y Defensor de Maldonado.

“El mismo terminó con un violento episodio que dejó al golero del equipo de Defensor con una fractura de mandíbula -a eso hemos llegado- tras ser agredido por un contrario, hecho que desencadenó, lógicamente, un enfrentamiento fuera del campo, con roturas de todo tipo y con personas que también se lastimaron”, narró.

“Entonces, nos planteamos ahora algunos de los factores que podrían estar relacionados a esta involución societaria, en un país de altos valores democráticos y amplia tradición institucional y cultural, y una cultura cívica consolidada, ejemplo para todo nuestro continente y el mundo”, reflexionó luego Iduar Techera.

Buscando explicaciones, dijo que hay “un deterioro del tejido social y debilitamiento del respeto por las normas; desigualdades sociales que los diferentes gobiernos han tratado de mitigar pero que responden a una problemática regional a la que Uruguay no es ajeno; crisis de confianza en las instituciones y en el sistema político”.

También por una “polarización en el discurso público; desbordes en el deporte como reflejo social; irrupción de las redes sociales como caja de resonancia de desacuerdos y frustraciones que conllevan al odio; temas referidos a nuestra educación emocional y una ausencia de una respuesta adecuada de nuestros sectores políticos”.

Reafirmó que es necesario hacer un replanteo y, “aceptar que a pesar de estrategias e intentos no hemos llegado a buen puerto. Y todos debemos hacernos cargo, todos los partidos políticos tenemos nuestra responsabilidad; cada uno en su período muchas veces ha mirado para el otro lado de la problemática”.

En el final y como conclusión, sostuvo que, “en Uruguay la violencia y la intolerancia no son producto de una cultura autoritaria, sino de una sociedad tensionada por desigualdades, desconfianza institucional y falta de contención cultural y educativa, en un contexto global de aceleración, polarización e individualismo”.

Reclamó que para superar este fenómeno, “se requiere liderazgo político firme, políticas públicas transversales y un compromiso colectivo para recuperar el valor del respeto, la empatía y la convivencia democrática”, y le deseó éxito al actual gobierno “aunque no lo voté”, porque en esto “le va, a toda la sociedad del Uruguay, la convivencia sana y la convivencia en paz, y eso es lo que anhelamos para nuestro futuro”.

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