*) Mauro Mendiburu Benedetto

En los últimos 20 días, el mercado cambiario argentino sufrió una previsible pero aguda crisis, que llevó el valor del dólar desde los $ 20,20 de fines de abril, hasta los $ 25,11 del cierre del viernes 18 de mayo. Punta a punta, el dólar aumentó 24,3%, o sea el peso argentino se depreció casi un 20%.

Esta depreciación traerá consigo varios efectos sobre la economía argentina. En primer lugar, dependiendo de la evolución de los precios internos del vecino país (los cuales se encuentran bastante fuera de control por inconsistencias en las políticas públicas locales), podría mejorar el desequilibrio externo de Argentina, entre otras cosas, reduciendo el déficit de turismo del cual Maldonado es un oferente importante.

En segundo lugar, la crisis cambiaria inevitablemente se trasladará a la economía real, reforzando el anterior punto, y generando serios daños a las economías familiares, ya golpeadas por reiterados errores en el “plan económico” del gobierno del Ing. Macri.

Finalmente, no se descarta el contagio al sistema bancario; el cual se evidencia en algunas medidas tomadas en la última renovación de Lebacs. Es que el “mejor equipo de los últimos 50 años”, como le gusta denominar la Coalición de Gobierno argentina a su team económico, sigue cometiendo groseros errores a los efectos de solucionar problemas diarios.

Lejos de despejarse el problema económico argentino, seremos televidentes de varias crisis como las observadas en los últimos 30 días, quizá hasta profundizadas si este “buen equipo” sigue cometiendo errores, o contagiadas por reacciones en otros mercados, como el dirigido por otro “buen equipo” como es el del Presidente Temer y el PSDB en Brasil, ya que este país tampoco se encuentra libre de reacciones externas por inconsistencias autogeneradas.

Desde Uruguay, con algunas excepciones, solo dos departamentos recibirán fuertemente el golpe de estos shocks: Maldonado y Colonia, pues, con algunas excepciones, nuestro país ha hecho bien la tarea de desacoplarse bastante de Argentina, y algo menos de Brasil.

No ha sido el caso de Maldonado, pues nos faltó “buen equipo” para hacerlo, y con muy poca visión profundizamos nuestros vínculos económicos y financieros con Argentina, con sus resultados en el turismo y las inversiones. La mayoría de los turistas que recibimos son argentinos, y casi la totalidad de los proyectos de inversión locales de los últimos años tienen dicho origen. Pues se ha discontinuado con la proyección departamental hacia otros destinos iniciada en la Administración De los Santos, o se ha fracasado en los resultados de dichos intentos por falta de “equipo”.

El resto de la historia la conocemos, soportaremos en Maldonado este impacto, y quien mejor haya hecho sus tareas, mejor lo superará. Pero quien no la haya hecho, y haya tomado riesgos cambiarios o actuado con expectativas erradas, probablemente lo pague caro.

Solo espero que tanto Argentina como Maldonado, puedan aspirar a “equipos” que hablen menos de las herencias y de sus propias “virtudes”, y puedan desarrollar un plan económico serio para que estos golpes no vuelvan a repetirse en el futuro. De lo contrario, y lamentablemente ello es de esperarse, seguiremos alabando a esos “equipos” que al decir del Ec. Espert, solo nos llevan a la Divisional B.

*) Es Master en Economía Financiera por la Univ. of London-SOAS, UK. Se desempeña actualmente como Profesor de Economía de la Universidad de la República (CURE-Maldonado) y de la Universidad Católica del Uruguay (Sede Punta del Este). Es asesor de inversiones financieras.

*) Psic. Manuel Froilán Zavala Ayala

La violencia siempre ha sido parte de la historia y, en la actualidad, su crecimiento desenfrenado la pone como una de las principales causas de muerte en todo el mundo. Este fenómeno constituye parte de las relaciones humanas y sociales, en las que están en juego dominaciones e intereses alcanzados por medio del uso de la fuerza, de la amenaza y/o las agresiones, sean ellas simbólicas o de confrontación física (Souza, Reis, Minayo, Santana & Malaquias, 2002).

Por el número de víctimas en los diversos países y por la magnitud de consecuencias emocionales que produce, la violencia es considerada un fenómeno global, un problema de salud pública.

Entre los actos violentos se encuentra el homicidio seguido de suicidio, H/S. Éste es un tipo impactante de crimen que incluye una situación en la cual una persona quita la vida a otra(s) y, en un periodo, generalmente, de 24 horas, se suicida. En la literatura especializada esto también es denominado “muerte diádica”, “suicidio extendido” o “suicidio ampliado”.

Los estudios muestran que el H/S ocurre, principalmente, entre personas relacionadas íntimamente, dentro de sus propias casas, precipitado por discordias familiares. Las víctimas suelen ser mujeres, con edad inferior a la del agresor, y el instrumento más utilizado para el homicidio y para el suicidio es el arma de fuego.

La mayoría de veces el homicida es el marido/ex marido o novio/ex novio de la víctima. El perfil del H/S, parece ser el de un hombre de media edad, deprimido, sin trabajo fijo, violento, celoso y que utiliza un arma de fuego para matar a su pareja y, a veces, a los niños que conviven con ellos (hijos e hijastros).

Berman (1996) recuerda que en el H/S es necesario que haya motivación para el hecho, aparte de la hostilidad, así como un nivel de dominación y dependencia entre agresor y víctima. A partir de tal consideración, este autor distingue tres tipos de H/S: 1) homicidios en los cuales el suicidio no estaba planeado, pero que luego tiene lugar debido al remordimiento; 2) pactos suicidas, en los cuales agresor y víctima realizan un acuerdo de homicidio seguido de la muerte del agresor; y, 3) H/S como unidad, en la que tanto el homicidio como el suicidio son planeados y ejecutados por el agresor.

El evento H/S se da, principalmente, entre personas conocidas, familiares o íntimas, ya que las mujeres en su mayoría, son víctimas de sus cónyuges, y los niños, víctimas de sus padres o de la pareja de sus madres. Los casos de H/S ocurren en la mayoría de los casos durante la separación o en el periodo máximo de un año después del rompimiento de la relación.

Se puede concluir que la etapa de ruptura y separación inicial parece ser la más peligrosa para la mujer, ya que los celos y el temor de perder a la pareja se convierten constantemente en el motivo del crimen de tipo pasional. Se puede pensar que el sentimiento machista de propiedad perdida o en vías de perderse parece pesar tanto en la decisión de matar como en la de suicidarse.

El H/S, parece ser de hecho un crimen pasional, que puede ser entendido, según Palermo (1994), como un “suicidio ampliado”, debido a los celos exacerbados de un agresor frágil y dependiente, ambivalente y agresivo, con rasgos paranoides. Éste tiene la auto-afirmación y la dureza externa, máscara bajo la cual se esconde una persona débil, incapaz de enfrentarse a un rechazo inesperado o un cambio radical de vida, lo que le lleva a cometer suicidio, después de eliminar a quien considera la extensión de sí mismo.

Los agresores, generalmente, son individuos que a lo largo de la vida tuvieron problemas con su familia de origen, dificultades de relación, y presentaron características de personalidad tales como impulsividad, agresividad y síntomas de depresión, abuso o dependencia de alcohol, con antecedentes criminales por agresiones físicas y verbales dentro de su propio hogar, motivados por celos de sus parejas. Aspectos éstos que pueden ser señalados como los principales factores de riesgo para la ocurrencia de H/S.

Una historia de relaciones familiares turbulentas es una amenaza para la autoestima de una persona, lo que contribuye al desarrollo de una tendencia a comportarse violentamente, que lo lleva, muchas veces, a incidentes como el homicidio seguido de suicidio (Stack, 1997), lo que está de acuerdo con la historia de agresiones físicas y verbales que resultaron en antecedentes criminales por violencia doméstica.

En cuanto a la agresividad y la falta de control de los impulsos, se sabe que algunos de los factores que causan estas manifestaciones son el rechazo, la inseguridad y la carencia afectiva, ya que la privación de afecto puede llevar, muy frecuentemente, a actitudes reivindicativas, inmaduras y poco adaptativas. Esto constituye una forma de atraer la atención, de librarse o vengarse de la situación angustiosa.

Se concluye que la violencia es una constante en la vida de un universo cada vez mayor de personas, que atañe a todos, de una forma o de otra. Para unos, la idea de salvación está en preservarse, enrejando puertas y ventanas. Para otros, sin embargo, no hay escapatoria porque la amenaza de la violencia está por detrás de esas rejas, dentro de los propios hogares.

RECUERDE: El suicidio es una causa de muerte EVITABLE.

*) Licenciado en Psicología, especialidad Clínica (con Habilitación Profesional del MSP). Miembro Honorario en el Área de Negociación Antisecuestro (gerenciamiento de crisis) del Grupo Halcón de la Policía Argentina.

Especializaciones en Suicidología: Red Mundial de Suicidiólogos (Representante Nacional hasta el año 2.008); Red Iberoamericana de Suicidiólogos (Argentina).

Miembro de la Asociación Argentina de Salud Mental (AASM), desde el 10 de agosto de 2016.

Ex - Miembro de la Sociedad Mexicana de Tanatología.

Libros publicados: “Suicidio Infanto-Juvenil” - Cómo reconocer las Señales de Advertencia (Editorial Arandura. Año 2006); “El Suicidio - Un grito silente (Imprenta Tradinco. Año 2017). Disertante en múltiples eventos en varios países.

*) Prof. José Luis Corbo

“Quienes tratan el lenguaje como un objeto de análisis, en vez de pensarlo para pensar y hablar, son llevados a constituirlo como un logos y no como una praxis, como letra muerta sin intención práctica y sin mayor propósito que el de ser interpretado, de la misma manera que una obra de arte” (Bourdieu, P. & Wacquant, L.J.D., 1995)

Para muchos, el rol de quien enseña se dibuja como el del sujeto que, producto de cierta autoridad simbólica que ejercen las disciplinas, se remite a llenar recipientes vacíos en función de su capacidad en el manejo de determinados saberes sobre los cuales ha sido formado y tiene, por tanto, la intención de trasmitir.

De esta forma, podríamos definir esas prácticas de enseñanza como un quehacer automático en función de estructuras preelaboradas que acreditarán su validez en base a los resultados que arroje un tipo de evaluación sobre un producto final esperable. De esta forma se pensó y se sigue pensando para muchos la enseñanza.

Creemos, en este sentido, que resulta indispensable definir de qué hablamos cuando hablamos de prácticas, para analizar los sentidos de las prácticas de enseñanza. Un análisis en principio técnico que piensa a la práctica como construcción única, perfectible y por tanto trasferible para su reproducción en los diversos espacios, parte del concepto de neutralidad asumiendo, por tanto, el carácter inconsciente y objetivo de quien enseña.

Este concepto que describe el carácter pasivo del sujeto enseñante asume también el carácter pasivo de quien aprende en cuanto al propio saber, posicionándose en esa línea positivista de la que somos hijos. Esa forma de pensar las prácticas, y transferida a acciones propiamente educativas en el sentido amplio, cae en el peligroso campo de la reproducción.

Para nosotros, sin embargo, y en la línea de Carr (1986), las prácticas de quien enseña distan de la repetición automática de conductas o recetas, del mecanicismo o la neutralidad de lo repetitivo. Las prácticas son la puesta en juego de los sentidos del enseñante, son la representación activa, el quehacer que construye el docente en el que despliega su más profundo sentido ideológico, político, histórico y cultural.

Cada práctica es una construcción personal por lo que parece imposible describir dos prácticas iguales, modélicas. Porque, aunque visualmente se repitan, los sentidos siempre serán otros.

Sucede, a su vez, que repetimos prácticas que heredamos cargadas de sentidos y que, aunque intentemos impregnarlas de los nuestros, siempre estarán condenadas por su esencia. Sucede también que desconocemos los sentidos que algunas formas de práctica significan y apelamos a una neutralidad de la que carecemos para hacerlas nuestras. Reproducir prácticas puede ser, en su esencia, y en la lógica de Althusser (1974), reproducir desigualdad.

Son las propias prácticas las que, a su vez, cargan de sentidos a los objetos de enseñanza. Cada objeto es sometido a un proceso de transposición que es también una asignación de sentidos. Podemos decir entonces que no hay dos sujetos que piensen y construyan de la misma forma el objeto que enseñan. Tampoco habrá dos sujetos que construyan de igual forma el objeto que aprenden; aprender es también una práctica y es también entonces una puesta en juego de sentidos propios.

Este tipo de análisis a priori sencillo y comprensible deberá ser realizado por todos quienes tenemos la intención de enseñar. El sentido crítico en la educación deberá significarse en su construcción como práctica en la búsqueda de cierta justicia social que también se define como construcción personal y que, en su esencia, se construye sobre la validez moral que le adjudican los sentidos de la propia práctica. Los discursos que estructuran las prácticas son mucho más que “letra muerta” carente de sentidos, son intenciones que encubren, en el mero disfraz del texto -que no existe sin contexto-, todo lo que somos, pensamos y ponemos en juego explícita e implícitamente.

*) Licenciado en Educación Física (ISEF Udelar). Entrenador de fútbol (ISEF-Udelar). Actualmente cursando la Maestría en Didáctica de la Educación Superior (Centro Latinoamericano de Economía Humana).

Director coordinador de Educación Física, del Consejo de Educación Inicial y Primaria/Administración Nacional de Educación Pública. Maldonado-Uruguay. (ANEP/CEIP). Integrante de la línea “Políticas Educativas y Formación Docente.

Educación Física y Prácticas Educativas”, adscripta al grupo de investigación sobre La Educación Física y su Enseñanza.

*) Daniel Pelenur MBA

El capitalismo se basa en propiedad privada, uso capital como herramienta para lograr mi producción o servicio; existe la división de trabajo, basada en eficiencia y destrezas individuales de cada individuo para poder acceder a una retribución digna que me permita superar mis egresos. Es la propiedad privada sobre los medios de producción y el libre usufructo de las ganancias obtenidas por las personas dueñas del capital.

Marx critica la economía capitalista; la realidad es que en el siglo XIX y hasta las primeras décadas del siglo XX, las condiciones de trabajo pésimas y prácticamente la no regulación de normas fundamentales para la protección de los trabajadores, desemboca en varias movimientos políticos y revoluciones (Rusa, China, Cuba entre las más notables). El marxismo impulsa un Estado Total, que planifique y que el trabajador sea el dueño de los medios de producción tratando de lograr la “competencia perfecta”; varios lo tildan como “ Marxismo Utópico”.

La realidad es que los ensayos marxistas han fracasado rotundamente; con estados policiales al frente de dicha corriente económica, se mantiene China con una mixtura de cierto socialismo capitalista a la China, pero con Estado policial hasta el día de hoy. Fracasos rotundos en el resto de los países que quisieron imponer esta teoría económica.

El capitalismo no es ninguna niña bonita en que todo reluce y encuadra, por supuesto que la plusvalía o plusvalor existe, los dueños de los medios de producción son privados, el trabajador/empleado es una herramienta para que la organización pueda lograr beneficios y esos dineros de utilidades son para pocos.

El Estado regula todo este proceso, y hay normas claras para los trabajadores y la protección de sus derechos. El Estado a través de la carga impositiva, toma parte de esas ganancias para ayudar a su presupuesto de brindar a la población educación seguridad salud y demás variables que ayuden a mejorar la calidad de vida de sus ciudadanos.

Las empresas deben mantener su equilibrio, deben generar utilidades para poder subsistir, están fuertemente reguladas por todas las disposiciones del Estado, la oferta y demanda, la coyuntura de precios, el “costo país” que es un plomo importante para manejarse con más independencia y proseguir con sus objetivos.

La Orientalidad empresarial es todo esto, hay que constantemente remar contra la corriente, baja mi margen bruto, no tengo utilidades, tengo que recurrir a financiarme a través de reservas o préstamos o aportes de capital; tomo decisiones nada simpáticas, reduzco personal, tengo que bajar estructura para sobrevivir.

Nuestro capitalismo Oriental es bien particular, tenemos un sistema ya casi Orwelliano, en donde las garras del Estado tienen un peso específico enorme en todas las decisiones estratégicas que tengo que tomar para poder mantener a mi empresa en línea y con proyecciones positivas.

El viento viene de frente, son tantas las regulaciones, las idas y venidas burocráticas, los rigurosos controles impositivos, si me atraso un día con mis impuestos tengo que ya pagar multas y recargos leoninos, estoy peleando diariamente, mis nudillos empresariales con heridas…

Muchos sobreviven, ya nacen con los ADN para movernos en este sistema, tercera o cuarta generación de empresas familiares, ya nacen vacunadas. Increíble fenómeno de adaptación, nuestros cromosomas han mutado, miran de reojo lo que les viene y ya se ponen a trabajar para darnos coraje más coraje y fuerza para enfrentar al todo garras Estado.

Otros quedan en el camino, cierran, hay gente en búsqueda de empleos, se me van los meses de seguro de paro, angustia y bajón. Seguimos siendo un país de emigrantes…

Siempre hay privilegiados, más de 290.000 empleados/trabajadores públicos. Dichas personas prácticamente tienen un seguro de empleo garantizado de por vida.

Es evidente que sí, el Estado debe compensar muchas de las desigualdades del sistema capitalista Oriental, pero deja mucho que desear todavía. Fundamental la Educación Pública gratuita, Salud y Seguridad.

Para terminar, les informo que en realidad el Estado Oriental es dueño y controlante de los medios de producción de las empresas más importantes del país, combustibles, agua y saneamiento, telefonía, electricidad, y demás subsidiarias y empresas menores (ferrocarriles entre ellas).

Capitalismo a la uruguaya. Tendríamos que registrar esta frase, peculiar sistema dual de control total del Estado y propiedad privada.

 

*) Master en Administración de Empresas (New York University). Ocupó cargos gerenciales de primer nivel en áreas administrativas financieras en importantes empresas en Montevideo y Buenos Aires. Docente Universitario. Desde el 2008 hace consultoría y capacitación en empresas familiares en áreas de Administración, Contabilidad, Finanzas y Organización. Cel. 099 141 417 - Esta dirección de correo electrónico está protegida contra spambots. Usted necesita tener Javascript activado para poder verla.

*) Lic. en Psicología Adriana Savio Corvino

- 35 feminicidios durante el 2017 y en lo que va del 2018 ya son 9 los casos registrados, lo que podría estar anticipando un año de alta violencia de genero. El 70% de las mujeres que mueren por violencia de género no pidieron ayuda.

En Uruguay las autoridades reciben una denuncia por violencia de género cada 14 minutos, lo que contabiliza un total de 104 denuncias por día, según datos oficiales del Ministerio del Interior.

Hoy por hoy en nuestro país, se calcula que mueren casi 2 mujeres por mes en manos de familiares parejas o exparejas por causales feminicidas. La violencia contra las mujeres ha aumentado exponencialmente y no es que se “sepa más”, es que realmente el número de atentados contra la figura mujer es cada vez mayor y con perfilaciones criminales más voraces y perversas. Ello incluye casos donde la victima incluso estaba en estado de gravidez.

Tal es así también, la escalada y fortificación de las medidas penales contra estas figuras, que actualmente según la ley de Feminicidio del nuevo código penal, son especialmente agravadas cuando el ataque es hacia el sexo femenino y además suman el agravante cuando el crimen se realiza ante la presencia de menores de edad involucrados.

El feminicidio es un CRIMEN DE PODER Y DE ODIO, donde el victimario por un tema referente a falsos sentimientos de supremacía y “autoridad” sobre la víctima, que interpreta inferior o débil, manipula y finaliza fagocitando psíquica y físicamente con el fin último de controlarla por completo y de forma simbólica o real, terminar quitándole la vida y su derecho a existir libre y felizmente como todos lo merecemos por derecho humano.

Se trata desde lo victimológico forense, de víctimas mujeres que “creen” en el poder “mágico” y casi “sagrado” de sus compañeros hombres, para “salvarles la vida”. A su vez ello las lleva a creer que “nada podrán hacer de sus vidas sin su presencia” lo cual se conoce como “síndrome hipnótico” del victimario. Estos aspectos observables en la mente de la víctima la vulneran aún más ante el victimario, que sediento de poder a cualquier costo, no ve límites y mucho menos, reconoce la dignidad más mínima de nadie.

No se trata de que como mujeres “tengamos la culpa” por “elegir” a estos varones, como se dijo disparatadamente por boca de muchos varones de los medios de diversos ámbitos políticos y sociales; se trata de que la víctima TIENE FE EN LA CAPACIDAD DE CAMBIO de estos varones; la victima CREE DEMASIADO Y DE FORMA ULTRA MISERICORDIOSA en el buen potencial de estos varones y por sobre todo, en su voluntad para cambiar su conducta violenta.

HOY SE ENTERAN DE QUE ESTOS perfiles violentos JAMAS CAMBIAN. Quien nace y se forma VIOLENTO jamás podrá volver a quitarse la VIOLENCIA DE SU CEREBRO, la violencia le es estructural y la requiere para vivir, como un código de comunicación de origen.

En este sentido, es claro ver entonces como no solucionaremos el problema de los feminicidios en nuestro país, poniendo más guardias o equipo policial en las puertas de las casas de las potenciales víctimas; hay algo más importante que se FUGA y debe comenzar a ser analizado en serio para generar un verdadero cambio en este tema.

¿Qué sucede a nivel clínico en la mente del violento?

Por un tema neuroendocrinológico, el varón es por constitución el que más tendencia a la explosión violenta tiene, de ahí que el 95% de los casos de violentadores pertenezcan al género masculino.

Este aspecto no busca depositar culpas sobre los varones, pues este tema nada tiene que ver con las lógicas de las culpas, sino más bien con las lógicas de los DERECHOS HUMANOS y el derecho de vivir todos en paz y armonía.

A nivel clínico es llamativo en “enlace” violento que el varón despliega con su pareja o expareja, y esto tiene que ver con una suerte de FASCINACIÓN IDEALIZADA con la figura de la mujer. La mayoría de estos varones proviene de núcleos familiares donde la figura de la mujer estaba muy devaluada y subestimada o, todo lo contrario, más que una mujer era una super mujer casi más “potente” que un varón.

Este elemento es muy llamativo y de gran significancia, ya que, por idealización positiva o negativa, “ella es lo MEJOR… O LO PEOR que me ha pasado…” estos varones caen en desatar toda su ira contra las mujeres.

Este “malestar” muy interno desde la psicología masculina en tales casos, también puede verse y evidenciarse por medio de conductas tales como la de “ENVIDIA”. Varones que aparentemente con las conductas desajustadas que cometen, aparentan expresar envidia y rencor por la mujer, su historia de vida, sus logros o simplemente su sentido de resiliencia, sobreadaptación y positivismo ante las circunstancias de la vida.

Varones que, con sus conductas violentas hacia las mujeres, están por IDEALIZACION NEGATIVA buscando ponerse en el lugar de las mujeres que atacan. DESEANDO ser o parecer ellas mismas.

Es en este aspecto que creo fundamental que mucho más que decir que el varón que le pega o violenta a una mujer es “poco hombre”, deberíamos comenzar a decir que los varones que dañan física o psíquicamente a una mujer, tendrían que comenzar a REVEER SU GENERO Y MASCULINIDAD, pues es más que probable que haya algo del orden del “deseo” por el otro género y lo que las mujeres les muestran, que sientan no poder poseer por el género que tienen y busquen por ende atacar, agredir, degradar, maltratar y denigrar como forma de queja y expresión de malestar.

No todo puede quedar explicado en cuanto a los feminicidios en lo que Lacan llamaría “el empuje hacia la mujer” de los varones, sin embargo, es clave este aspecto presente en las mentes de aquellos varones que eligen violentar a una figura femenina.

En otras palabras, también es responsabilidad de nosotras las mujeres, como madres, mostrar una figura femenina sana y equilibrada como forma extra de prevenir este flagelo llamado feminicidio que hoy se cobra un índice de casi 2 mujeres por mes en manos de sus “hombres” o “varones de confianza”.

Para pensar… y la próxima vez que piensen en denigrar a una mujer, cualquiera sea su forma… piensen en el empuje a la mujer”.

*) Especialista en Psicología Forense y Psicología Criminológica – Perú. Maestrado en Derechos de la Infancia, Adolescencia y Políticas Públicas -  UdelaR. Promotora DDHH Mec. Directora del Instituto de Psicología Forense del Uruguay (I.C.P.F.U.)

*) Prof. José Luis Corbo

“…Y uno, dándose cuenta o no, sabiéndolo o no, “toma partido” ante cada situación, a cada instante, porque es imposible una supuesta neutralidad a la hora de sentir y pensar lo educativo… ese “tomar partido” nos hace pronunciar un lenguaje despojado, sin rodeos; es una voz que intenta no dejarse seducir ni atrapar por las trampas de la tecnificación de la pedagogía ni por las falsas fronteras entre la exclusión y la inclusión”. (Skliar, C. 2014, pag. 27)

No hay discurso más peligroso que aquel que suena creíble, el que resuena como panacea de salvación y, en ese afán de envolvernos, parece aclararnos ideas que en su lógica siempre serán poco claras, pero que su atractivo es poco menos que irresistible.

Son ideas que hablan de resultados, pero no de procesos, ideas que hablan de utilidades, pero no de formas, ideas que hablan de promesas, pero jamás develan sus fondos. Es el aterrante ejercicio de caminar en tinieblas el que nos proponen, el asumir indefensos la protección de un escudo invisible e indestructible, con la esperanza viva y la sensación incierta de que ese mundo, el que nos prometen, se dibuja sobre un ideal de justicia con el que todos soñamos.

Generalmente, quienes promueven esas ideas y nos cuentan sobre ellas, son sujetos con cara de inteligentes -por lo menos bajo sus estándares- representantes de organismos internacionales que no encuentran mejor forma de someter a los más débiles que venderles un buzón en épocas en que la mayoría de las cartas llegan por mail.

Este tipo de propuestas son contadas por hombres o mujeres, que tienen el karma de cargar con la salvación a sus espaldas, pesadas mochilas, y que viajan por el mundo cual mesías llevando, a los más necesitados, el Santo Grial de la educación y el progreso. ¿Debemos creerles?.

Tal es el caso del presidente del Banco Mundial. Si bien todos asumimos que este organismo vive de someter a los débiles, también asumimos que -y esto es inexplicable- un día tendrá el gesto de salvarnos a todos y rescatarnos de nuestras miserias que justamente nos llegan por no alinearnos a sus ideas. El discurso es un tanto sospechoso. Parece ser que te salvo para que crezcas y te hundo en el intento. Es como la analogía del diablito malo que le habla al bueno en la caricatura. Está ahí… latente, esperando el tropezón.

Como lo expresan Carrera & Luque (2016), la base sobre la que se cimienta la teoría educativa para aquel organismo es el “capital humano”, bajo el precepto de que la inversión en educación sea cual sea, tendrá como rédito la mejora económica del país.

Pensemos entonces en un coeficiente que valida nuestro proyecto educativo en función de la productividad. Nos dicen los autores, “la fórmula de cálculo se establece al comparar las diferencias de ingreso de las personas a través del tiempo con o sin un tipo de formación, y su costo para producirla. Es lo que se denomina tasa de la rentabilidad social de la inversión en educación”.

Este mismo discurso es el que trajo el presidente del Banco Mundial, Jim Ken, en los últimos días a nuestro país. En sus palabras, afirma que están “desesperados” para que el mundo -y especialmente Uruguay-, presten atención al capital humano.

Nos ofrecen entonces, de forma desinteresada y filantrópica, nuevos e interminables préstamos. Todo parece indicar que nos estaremos desayunando de adultos que Papá Noel no entra por la chimenea y que los reyes, en efecto y aunque no creamos, tampoco son lo que parecen.

Este gentil y paternal señor recordó, además, la mejora significativa que tuvo Uruguay en las pruebas PISA en el año 2015. O sea que el haber mejorado nuestra posición en cierto modelo de evaluación externa y estandarizada bajo referentes de evaluación que ellos mismos establecen, es lo que nos transforma en merecedores de ese préstamo que ellos hoy nos ofrecen, en esa búsqueda de igualdad social a la que asumen dedicarse.

Es imprescindible aclarar también que ese modelo pretende cambiar radicalmente el rol docente para transformarlo, en la misma línea teórica, en una especie de “coaching” dedicado a construir personas capaces, en un futuro, de producir la mayor cantidad de ingresos posibles para su país.

Acá es donde puede comenzar nuestra pelea. Demostremos de una vez por todas que no estamos para motivar alumnos con frases de autoayuda y que tampoco nos convence el concepto de resiliencia como forma de transferir la culpa a cada sujeto sobre sus propios males, sacando entonces el lazo a los modelos macroeconómicos que, de la mano de estructuras como el Banco Mundial, -a quien hoy tenemos la desgracia de recibir en nuestro living- nos someten a su orden, reduciendo nuestro valor humano al increíble precio del capital productivo.

*) Licenciado en Educación Física (ISEF Udelar). Entrenador de fútbol (ISEF-Udelar). Actualmente cursando la Maestría en Didáctica de la Educación Superior (Centro Latinoamericano de Economía Humana).

Director coordinador de Educación Física, del Consejo de Educación Inicial y Primaria/Administración Nacional de Educación Pública. Maldonado-Uruguay.

(ANEP/CEIP). Integrante de la línea “Políticas Educativas y Formación Docente.

Educación Física y Prácticas Educativas”, adscripta al grupo de investigación sobre La Educación Física y su Enseñanza.

*) Psic. Manuel Froilán Zavala Ayala

El humor deprimido y la pérdida de interés y de la capacidad para el placer son los síntomas clave de la depresión. Los pacientes pueden comentar que se sienten tristes, desesperanzados, sumidos en la melancolía o inútiles.

Para el paciente, el humor deprimido a menudo posee una cualidad característica que lo diferencia de un estado normal de tristeza. Los pacientes describen con frecuencia el síntoma de la depresión como un dolor emocional muy agudo y a veces se quejan de ser incapaces de llorar, síntoma que disminuye a medida que experimentan una mejoría.

En algunos casos parecen no ser conscientes de su depresión y no se quejan de su estado de ánimo, aunque se aíslen claramente de la familia y amigos y abandonen actividades con las que antes disfrutaban.

Casi todos los pacientes (un 97% aproximadamente) se quejan de pérdida de energía; encuentran difícil finalizar algunas tareas, empeoran su rendimiento escolar y laboral, y disminuye su motivación para emprender nuevos proyectos.

Presentan, en la mayoría de los casos, dificultades para dormir, en especial despertar precoz y múltiples despertares durante la noche, durante los cuales rumian sus problemas. En muchos existe una disminución del apetito y pérdida de peso, pero en otros aumenta el apetito, ganan peso y duermen más de lo habitual.

La ansiedad es, de hecho, un síntoma común en la depresión y afecta  a un 90% de todos los pacientes deprimidos. Los cambios que se experimentan en la ingesta y en el sueño pueden agravar problemas médicos ya existentes como la diabetes, la hipertensión y las enfermedades cardiovasculares.

Otros síntomas son las irregularidades en la menstruación y la pérdida de interés por las relaciones sexuales.

Algunos pacientes sufren variaciones diurnas en sus síntomas, que tienen mayor gravedad por las mañanas y se reducen a medida que transcurre el día. Entre los síntomas cognoscitivos destacan la dificultad para la concentración y alteraciones en los procesos del pensamiento.

En cuanto al lenguaje, muchos presentan una reducción en la velocidad y amplitud de su discurso, respondiendo a las preguntas con monosílabos y mostrando una importante latencia de respuesta.

Difícilmente un paciente deprimido acuda a consulta o busque ayuda profesional por sí mismo. Suelen consultar a instancias de sus familiares y compañeros que detectan el aislamiento social y la reducción generalizada de su nivel de actividad.

Clásicamente, el paciente depresivo tiene una postura encorvada, no presenta movimientos espontáneos y su mirada está abatida y desviada.

Aproximadamente dos tercios se plantean el suicidio.

La depresión, en la Suicidología, es considerada la antesala del suicidio. Prevenimos muertes por autoeliminación, tratando a tiempo la depresión.

RECUERDE: El suicidio es una causa de muerte EVITABLE.

*) Licenciado en Psicología, especialidad Clínica (con Habilitación Profesional del MSP). Miembro Honorario en el Área de Negociación Antisecuestro (gerenciamiento de crisis) del Grupo Halcón de la Policía Argentina

Especializaciones en Suicidología: Red Mundial de Suicidiólogos (Representante Nacional hasta el año 2.008); Red Iberoamericana de Suicidiólogos (Argentina).

Miembro de la Asociación Argentina de Salud Mental (AASM), desde el 10 de agosto de 2016.

Ex - Miembro de la Sociedad Mexicana de Tanatología.

Libros publicados: “Suicidio Infanto-Juvenil” - Cómo reconocer las Señales de Advertencia (Editorial Arandura. Año 2006); “El Suicidio - Un grito silente (Imprenta Tradinco. Año 2017). Disertante en múltiples eventos en varios países.

*) Daniel Pelenur MBA

Políticas de Estado, son los elementos que forman parte de la estrategia central de un país (Estado); dichos objetivos, esfuerzos e implementaciones, no deben variar según el gobierno de turno. No son de fácil logro; debe haber ya cierta maduración política y cultural, consenso general, que nutran estos objetivos y procesos fundamentales para el crecimiento del país, en temas centrales como educación, vivienda, gasto público, seguridad, salud, inversiones, bienestar general de la población.

Entre las variables más importantes a considerar:

Nuestro paisito tiene importantes políticas de Estado, que en los últimos 30 a 35 años se han mantenido; somos un ejemplo para la región, un país maduro, y propuesto al crecimiento, y al bienestar de los Orientales…

Voy a considerar algunas de las tantas que poseemos, un verdadero orgullo para nuestra uruguayez:

  1. El Estado acaparador y elefantico, con sus garras, hace un trabajo de pinzas, entre la abrumadora presión fiscal, la ridícula burocracia que nos impregna en todos lados, y la asombrosa lentitud oriental para definir cosas.
  1. El Parlamento y sus gastos, y viajes y suplencias y acomodos y personajes que fueron elegidos para trabajar en la legislatura, y básicamente no hacen nada; solo a veces están y por supuesto cobran todos los beneficios, especialmente la partida de diarios, viáticos y demás.
  1. La seguridad que no existe, la pobreza que no disminuye, el fracturamiento social cada vez más acentuado.
  1. El gordo Estado, con más de 290.000 empleados públicos, seguro de vida garantizado, pero en vida, inamovibles, milagro uruguayo que pueda estar vivo y todos los días cobrar mi seguro.
  1. Inversiones en infraestructura casi nulas.
  1. No existencia del ferrocarril; pero si hay un Directorio, secretarias, choferes, y un sindicato muy particular que se opone a todo.
  1. Tasa de suicidios más alta de América Latina.
  1. Puedo seguir con más y mas políticas de Estado. La ultima para no aburrirlos o deprimirlos más sería como la frutilla o la crema de la torta: el despilfarro, obsceno y que da vergüenza ajena de los gastos de personajes como Directores de Entes Públicos y otras reparticiones del Estado, con sus famosas tarjetas corporativas.

Qué habilidad y viveza criolla de esta gente, en minúscula; todo empezó con nuestro ex vice, y ahora nos vamos atrás, y siempre lo fue!. No es el monto dinerario de esto lo que preocupa en empresas que facturan millones de dólares; en su cuadro de resultados, figurará en gastos de Administración o Gastos de Funcionamiento, o sea, no hay un rubro de gastos “tarjetas corporativas” en el balance, no se ve, y no tiene que ver con los déficit de dichas empresas.

Como lo he expresado anteriormente, estoy harto y hay mucha, mucha gente que ya no podemos más con estas cosas y situaciones que pasan y siguen pasando; la impotencia es enorme y se traduce en bronca y más impotencia.

Porque en general “no pasa nada” en este país. Comisiones investigadoras, Tribunal de Cuentas, voces que dicen que van a devolver lo que gastaron hace 20 años, ¡¡que farsa!!.

Pero tenemos alguna política de Estado que deseo informar: siempre hemos pagado nuestra deuda externa, en algún momento con apoyo de otro gobierno, pero generalmente emitiendo mas deuda.

Tenemos grado inversor, y eso no es poca cosa; pagamos tasas mucho más atractivas a los inversores institucionales para mantener este monumento de deuda externa, que es uno de los instrumentos que tiene cada gobierno para subsanar parcialmente su déficit fiscal.

Las políticas de Estado del ciudadano común, nosotros, ustedes, ¿qué queremos?.

Que nos gobierne gente un poco más decente, que miren para adelante con visión de 5 a 10 años, que no sean resistentes al cambio, al progreso, que bajen el nivel de corporativismo, de cuidarse todos las espaldas, negar todo; que vean que la pobreza y la desigualdad social es un tema prioritario para atacar, la salud, la educación, la seguridad…

Me voy de esta utopía diciendo que me vine al Este del país hace 5 años, que no me muevo mas de acá, que aprovecho mis ratos libres tratando de pescar (probabilidad siempre muy baja, pero miren que tengo horas hombre pesca muy altas), estar con mis nietos y mis hijos, hacer algún asadito, tomarme de vez en cuando unos mates, mirar deportes, leer mucho; es decir, el común denominador de muchos uruguayos, lástima que algunos (bastantes) están en general siempre pensando en cómo poner un palo en la rueda a nuestra Orientalidad.

*) Master en Administración de Empresas (New York University). Ocupó cargos gerenciales de primer nivel en áreas administrativas financieras en importantes empresas en Montevideo y Buenos Aires. Desde el 2008 hace consultoría y capacitación en empresas familiares en áreas de Administración, Contabilidad, Finanzas y Organización. Cel. 099 141 417 - Esta dirección de correo electrónico está protegida contra spambots. Usted necesita tener Javascript activado para poder verla.

*) Prof. José Luis Corbo

“El sistema social está adquiriendo una forma en la que descubrir lo que quieres hacer es cada vez menos una opción, porque su vida es demasiado estructurada, organizada, controlada y disciplinada.” (Noam Chomsky)

Un fenómeno que seguramente puede llamar la atención hoy día, es el del incremento considerable de las personas que realizan ejercicio físico. No necesariamente deporte, como decimos coloquialmente y refiriéndonos a todo lo que involucra movimiento -deporte es otra cosa-, sino prácticas asociadas a la condición física general, esencialmente vinculadas a la mejora de las llamadas capacidades condicionales (resistencia, fuerza, flexibilidad y eventualmente la velocidad como capacidad mixta -condicional y coordinativa).

Este proceso responde a varios factores. Entre ellos podemos mencionar algunos como la prescripción médica o la simple intención de mejorar los hábitos de vida.

Si bien para los que trabajamos en el área es reconfortante que pasen estas cosas, asumimos también que cada una de esas prácticas inicialmente construidas por sujetos, van conformándose en tanto prácticas culturales y adquiriendo a la vez que dan forma, los rasgos distintivos de cierta cultura -y no otra-, naturalizándose y conformando la estructura social la cual, y a partir de allí, dispone de ellas.

Es decir que, y refiriéndonos particularmente al tema de los “runners” -corredores amateurs-, cada construcción en torno a la práctica será definida con matices particulares, construyendo desde ella una cultura runner única e irrepetible.

Dicho de otra forma, cada grupo funcionará de acuerdo con una estructura interna que determinará, entre otras cosas, la forma en que se relaciona con el resto, la forma en que interpretan sus acciones en relación con las competencias y el lugar simbólico que cada sujeto ocupa en ella misma y en el afuera.

Es así como, en la medida en que esos grupos se consolidan y los espacios para las prácticas crecen, las formas de la cultura global se han ido apropiando inevitablemente de ellas, transformándolas en algo más de la cultura del consumo.

Se contaminan así dichos espacios de tal forma que aparece, sumada a las estructuras internas, una suerte de regulación exógena, un poder de origen macro económico que, con formas de manipulación encubiertas, ha transformado a las carreras originalmente recreativas en espacios de consumo desmedido llegando incluso, quienes participan de ellas, a atentar contra su propio cuerpo.

Podemos decir que ha operado sobre las carreras de calle el fenómeno de la “deportivización”, hecho por el cual una actividad originalmente pensada para el esparcimiento y la mejora de la condición física, ha adquirido matices deportivos que la han transformado en espacios de carácter agonístico en los cuales los corredores no sólo compiten contra el resto, sino que lo hacen, y de forma mucho más desmedida, contra ellos mismos.

Vemos de esa forma sujetos que hasta la adultez no se vincularon al ejercicio físico, pero que hoy son poseídos por la fiebre runner, desconociendo -o evadiendo- los efectos secundarios que el abuso de la acumulación desmedida de kilómetros, la técnica de carrera incorrecta o el impacto reiterado puede provocarles.

En esta línea y vinculando el fenómeno a las formas de consumo, parece imposible hoy, cruzarnos en una carrera con un verdadero runner que no tenga las zapatillas de marca, las medias de compresión, los shorts especiales, el GPS, el pulsómetro, la remera “dry fit” que la propia marca que organiza la carrera le vendió y cuanto elemento le hayan hecho creer los medios de comunicación masiva y su propia cultura runner que tiene que ponerse arriba para poder correr. Porque parece que correr te transforma en mejor persona, pero sólo con determinada marca deportiva.

No vamos a hacer un ensayo describiendo cómo la cultura del consumo nos manipula. Dejemos eso a Chomsky. Lo importante aquí es revalorizar nuestro rol como educadores asumiendo que, de una forma u otra, es impostergable que, así como asumimos ser parte del fenómeno, es poco menos que indispensable tomar conciencia de él.

Es tan importante realizar actividad física como asumir críticamente que no todo lo que nos venden es tan necesario como nos dicen, ni tampoco es tan apremiante el bajar el tiempo en cada carrera. Porque si hay algo que está claro que no es salud, son este tipo de prácticas ilógicamente deportivizadas.

*) Licenciado en Educación Física (ISEF Udelar). Entrenador de fútbol (ISEF-Udelar). Actualmente cursando la Maestría en Didáctica de la Educación Superior (Centro Latinoamericano de Economía Humana).

Director coordinador de Educación Física, del Consejo de Educación Inicial y Primaria/Administración Nacional de Educación Pública. Maldonado-Uruguay.

(ANEP/CEIP). Integrante de la línea “Políticas Educativas y Formación Docente.

Educación Física y Prácticas Educativas”, adscripta al grupo de investigación sobre La Educación Física y su Enseñanza.

*) Psic. Forense Adriana Savio Corvino

Si continuamos con cifras de alarma internacional, y los índices de natalidad uruguayos no ascienden, podríamos predecir que en 10 años aprox. nos quedaríamos con un país vacío y sin gente… se perdería casi un 1% de la población total de nuestro país, únicamente por causales de suicidio.

No habilitar a que se difundan valores de suicidio, no estamos permitiendo que las victimas pidan auxilio.

Las últimas cifras de suicidios según observatorio del Min. del interior son alarmantes: 53 uruguayos se quitan la vida por mes y Uruguay lidera la tabla de países con más suicidios de toda Latinoamérica. En los últimos 60 años nuestro país, escaló un 60% de tasa en suicidios, sumando un 10% cada año, lo que nos conduce a las cifras de alarma pública actuales.

Durante el 2016, 18 uruguayos de 100mil se quitaron la vida expresando el índice y tasa record en suicidios de Latinoamérica en los últimos tiempos. Según el Ministerio del Interior por mes 2 mujeres mueren en manos de familiares o parejas, hay 20 víctimas de homicidio y 38 fallecen en accidentes de tránsito. Sin embargo los 53 que se suicidan siguen liderando la lista siniestra nacional.

Cada 3 días se suicidarían 2 personas y de esta población el 75% son varones. Hay una clara marca en el género masculino que por cuestiones sociales aparentemente soporta “mucha presión”, no puede “expresar” ni llorar, lo que claramente le juega en contra en estos casos, pues es la expresión del malestar lo que puede hacer salir adelante.

Es importante destacar que la población que debemos mirar y seguir con más precisión no es la diagnosticada con depresión o cuadros similares, sino LA AÚN NO DIAGNOSTICADA O ATENDIDA. Es la población que no asiste a consulta médica, que piensa que “puede” seguir adelante “resistiendo” y “sobre adaptándose” cuando esto es lo que genera los desgastes extremos, que cuando van a ser intervenidos, ya es demasiado tarde y la persona se agotó y decidió lo peor.

Esta población que es preciso identificar desde lo familiar cotidiano y público, es fundamental atender incluso por lo clínico ya que un paciente depresivo potencial tiene movilidad mental y física aún; cosa que un paciente depresivo diagnosticado o avanzado en dicha patología no manifestará y por ende tampoco tendrá entonces el libre albedrio de decidir quitarse la vida, pues no cuenta ni con las fuerzas psíquicas ni físicas para hacerlo.

¿Por qué nos sucede a los uruguayos esto? Suicidología Forense en el Uruguay

¿Cuándo fue que dejamos de movernos para seguir viviendo?

Si me preguntan acerca de mi percepción antropológica clínica y forense con relación a este fenómeno, puedo decirles que la población uruguaya sufre hoy un masivo “síndrome de oveja perdida”, algo que se conoce con dicho nombre en el ámbito de la neuropsicología y etología comportamental animal de la cual tenemos aún mucho más de lo que creemos.

La oveja que pierde su manada, pierde su sentido y por supervivencia tenderá a dejarse caer dormida o paralizarse con el fin de que su manada la vuelva a hallar.

Por eso, cuando nos comenzamos a deprimir empezamos a desear estar más quietos, pasivos, y tendemos a engordar. El objetivo es que aquello que “perdí” e interpreto que otorga sentido a mi vida, vuelva a encontrarme. Por esta razón no hay que preguntar ¿cuándo la persona se deprimió?, sino más bien ¿cuándo la persona dejó de sentir que era importante SEGUIRSE MOVIENDO?.

Habitualmente son muchos los uruguayos que están viviendo una crisis de “sentido por la vida”; el no saber para qué sirvo o para qué sigo viviendo es una clave que hoy es denominador común en la vida de unos cuantos. Estos son los casos que debemos observar de cerca, ya que de esta percepción vivencial llamada “muerte psíquica” se deriva muy rápidamente a entrada de cuadros depresivos más importantes que pueden cerrarse más tarde en intentos de autoeliminación o suicidios consumados.

Es muy probable que nuestro conocido o familiar, comience antes de ingresar a estas etapas más deprimidas, a expresar en su forma de hablar y emitir opiniones pensamientos acerca de la muerte, o referencias acerca de cuánto podría facilitar los problemas de su vida que él o ella no estuvieran vivos o demás.

Todas estas expresiones son definidas por la OMS como “suicidios verbales, donde la persona ya nos está hablando acerca de la posición de consideración y valoración en la que pone su vida.

Central es el tema de la autoestima, y la autovaloración, pero esto no es cuestión únicamente cuantas personas que sobreviven por años situaciones de violencia intrafamiliar, violencia doméstica, abusos, maltrato, acoso laboral, etc.

Centros de Salud nacional más comprometidos, controles de intentos y más campañas anti tabúes

Nuestro país hoy requiere más indicadores de recepción de datos en intervención temprana de suicidios en Atención primaria de la Salud. Cuando el paciente ingresa por cualquier causal, también consultar por su estado de ánimo.

A su vez mayor responsabilidad en cuanto al seguimiento de casos de intervención temprana. Grupos de trabajo e intervención a nivel del sistema sanitario público y privado, y desmitificar también desde lo médico el mito del suicidio y del silencio que hay que generar sobre él. “El contagio” del suicidio como acto es FALSO.

No es real, e incluso se sabe científicamente que no lo es como tal. Lo único que debe ser cuidadosamente expresado son los “métodos” de suicidio empleados que si pueden inducir a poblaciones que deseen copiarlos. Pero los valores y cifras nacionales deben ser difundidas para concientizar a la población y hacerla reconocer por la positiva o negativa el VALOR DE LA VIDA DE TODOS.

Sociedad Laica y Falta de Fe…el uruguayo no cree en nada…

También es cierto que Uruguay hoy y más que nunca, falla en LA FE. Somos una sociedad laica y las creencias o religiones no sostienen por precepto la vida de todos. Esto es importante ya que el Uruguay es una sociedad sin fe oficializada.

La fe es un sentido a pesar de que se trate de creencias y en la mente del ser humano es central a la hora de definir temas como el suicidio.

No somos nosotros y nuestras circunstancias… solo somos nosotros y hay que seguir.

Uno no es la vida que le toca vivir, debemos aprender a separarnos de las circunstancias pues nosotros no somos lo que sucede sino quienes vivimos en esa situación. Esta diferencia es central, pues cuando suceden cosas como despidos, abandonos, crisis, hay que poder separar y evitar irse con la corriente de lo que estamos viviendo y nos angustia.

Pensar en quitarse la vida es quitarse del mundo para no poder “volver” a ver ni siquiera cuando las cosas se solucionen a futuro…

No eres tú el problema, de ti partirá la solución que busques y sí existe una; lo que nunca podemos habilitar a pensar es que “desapareciéndonos” del problema, el problema se solucionará mágicamente, pues esto no es cierto. Si uno se quita la vida para no ver o afrontar un problema, tampoco estará presente para disfrutar cuando el problema se haya solucionado finalmente.

Hay una diferencia entre dejar de vivir en una vida de sufrimiento a desear dejar de vivir; muchas veces interpretamos mal y creemos ser el problema nosotros cuando en realidad el problema real, son las circunstancias en las que vivimos que no se solucionarán desapareciendo sino modificándolas con nuestra existencia y continuidad.

El compromiso es de todos, como sociedad civil, como país, como gente; hay dos cosas en la que el ser humano es semejante a todos los demás y ellas son, en el sufrimiento y en la humanidad de su existencia. Por eso, TODOS PODEMOS AYUDAR a conocidos, extraños o familiares.

Cuidemos entre todos a nuestros pares; el odio y la indiferencia aquí son el veneno que promueve el silencio ante una realidad que es la que hoy, se quitan la vida más uruguayos por mes y año, que aquellos que tienen la desgracia de morir en accidentes de tránsito.

Querámonos un poco más y cuidemos al otro, no cuesta nada y hará una gran diferencia!.

*) Especialista en Psicología Forense y Psicología Criminológica – Perú. Maestrado en Derechos de la Infancia, Adolescencia y Políticas Públicas -  UdelaR. Promotora DDHH Mec. Directora del Instituto de Psicología Forense del Uruguay (I.C.P.F.U.)

Por contacto con la Psic. Forense Adriana Savio, como para información acerca de cursos conferencias y charlas forenses contactarse con el teléfono +5928 091 434 174, WhatsApp, o al correo electrónico Esta dirección de correo electrónico está protegida contra spambots. Usted necesita tener Javascript activado para poder verla. .

*) Psic. Manuel Froilán Zavala Ayala

María siente el sabor amargo del vacío, de la nada, de la impotencia y del dolor… las lágrimas corren a través de sus mejillas. Lleva un hermoso ramo de flores entre sus manos, y clava su mirada en el piso.

Su mirada penetrante llega a una pequeña cajita de cedro de un poco más de medio metro. Levanta los ojos al cielo soleado, como si la naturaleza hiciera caso omiso a las sombras que invaden su corazón. La mente de María retrocede muchos años atrás, a esa terrible noche en que su vida cambió para siempre.

Todo sucedió una noche de otoño. María dormía cómodamente en su cama. Repentinamente escuchó los gritos de Alejandro, su pareja, quien comenzó a llamarla a gritos… ella comenzó a temblar. Alejandro se acercó a la cama y ella pudo sentir el olor a alcohol que lo impregnaba. Otra vez estaba borracho… y ella sabía lo que eso significaba.

El la miró, observó, y sus manos ásperas y toscas se ciñeron a ella con terrible crueldad y rudeza. María cayó al piso por la fuerza descomunal de su agresor, quien la arrastró escaleras abajo gritándole insultos y palabras de todo tipo y calibres. Todo su cuerpo sufrió los golpes de la brutal caída, hasta que llegó al piso de abajo.

El hombre que juró amarla y protegerla, comenzó a golpearla salvajemente. María oyó el sonido de una caldera y sintió que un chorro caliente le mojaba la cara. De pronto los golpes navegaron de su cara a su vientre, y mil puntapiés se estrellaron sobre ella.

Comenzó a gritar: ¡No por favor, no!!!... Pero era demasiado tarde. María se sintió sobre un suelo pegajoso y húmedo, y vio como un líquido rojo se escurría por todas partes. Un dolor agudo le oprimió el vientre, y le desgarró las entrañas. Comenzó a gritar pidiendo ayuda y tratando de proteger su vientre de los golpes, mientras Alejandro seguía pegándole hasta que perdió la conciencia.

Despertó en el hospital, mientras llevaba las manos a su vientre. Trató de sentir al ser que gestaba dentro de sí, pero fue en vano; no hubo ningún movimiento. En ese instante lo supo. Su hija estaba muerta.

En cuanto al perfil psicológico de los hombres que llegan a cometer feminicidio la señal más evidente, es el control total que el hombre intenta ejercer sobre la mujer en todos los ámbitos de su vida; desde su forma de vestir, de arreglarse y relacionarse con los demás.

La descalificación y el maltrato psicológico, son las armas más comunes que mantienen a la mujer dentro del círculo de la violencia. Por lo general, los agresores intentan alejar a la mujer de su familia y de sus amigos para que no tenga redes de apoyo que le permitan salir del círculo de la violencia.

Todo lo supervisan y controlan, desde preguntas tan sutiles como quién te está llamando, por qué te saluda ese hombre y por qué tardaste en llegar.

Estos son hombres que controlan el lugar donde están las mujeres, las horas de entrada y de salida de su trabajo, les revisan el teléfono y la cartera, y las llevan y recogen en todos lados con el pretexto de que quieren protegerlas.

Además, quieren tener hijos lo más rápido posible para crear un vínculo que sea más difícil de romper en el futuro. Por último, estos potenciales agresores hacen uso de la descalificación para mermar la autoestima de la víctima.

Estos hombres humillan y ofenden a la mujer, le dicen que no sirven para nada ni valen nada, que son una carga, que nadie las va a querer como ellos. Y poco a poco las víctimas se lo creen, hasta que sienten que no pueden vivir sin él.

 

*) Licenciado en Psicología, especialidad Clínica (con Habilitación Profesional del MSP). Miembro Honorario en el Área de Negociación Antisecuestro (gerenciamiento de crisis) del Grupo Halcón de la Policía Argentina

Especializaciones en Suicidología: Red Mundial de Suicidiólogos (Representante Nacional hasta el año 2.008); Red Iberoamericana de Suicidiólogos (Argentina).

Miembro de la Asociación Argentina de Salud Mental (AASM), desde el 10 de agosto de 2016.

Ex - Miembro de la Sociedad Mexicana de Tanatología.

Libros publicados: “Suicidio Infanto-Juvenil” - Cómo reconocer las Señales de Advertencia (Editorial Arandura. Año 2006); “El Suicidio - Un grito silente (Imprenta Tradinco. Año 2017). Disertante en múltiples eventos en varios países.

*) Prof. José Luis Corbo

 

“…la multitud, el elogio y el poder que se combinan para dar un sabor específico a la vida en el aula, forman colectivamente un curriculum oculto que cada alumno (y cada profesor) debe dominar para desenvolverse satisfactoriamente en la escuela” (Jackson, 1968).

… y parece escucharse cada vez más, el preocupante discurso del descreimiento político -realmente debería definirse como un descreimiento partidario, aludiendo a los sectores- que se usa discutiblemente como algo que realmente no es, pero que contiene, en su esencia, la expresión a primera vista inobjetable, de sujetos construidos para pensar justamente eso.

Expliquemos entonces lo que sucede y la lectura que deberíamos hacer sobre una realidad que debemos acostumbrarnos a enfrentar y problematizar o, de otro modo, dejar pasar hasta el punto de correr el riesgo de asumir la naturalización de dichos y hechos que no hacen más que afectar las relaciones sociales y promover legados culturales obsoletos y peligrosos que seguramente no deseamos los que nos vinculamos directamente con la educación.

La democracia, definida por la RAE como forma de poder político decidida por los ciudadanos es, por tanto, una representación pragmática de la expresión del pueblo que, asumiendo su obligación ciudadana, otorga a un grupo político configurado ideológicamente -o no-, la tarea de administrar los bienes públicos en función de las necesidades del propio pueblo.

Los tipos de democracia que a su vez surgen históricamente han sido varios, en función justamente de la línea ideológica de cada grupo de turno. En definitiva y resumiendo, lo destacable aquí es que el pueblo decide. Y si decide mal, tiene una nueva chance a los cinco años. Así funciona la democracia y así es popularmente entendida.

Hoy, en función de lo expuesto, estamos en posición de afirmar que el descreimiento político partidario, se significa en un descreimiento a los sistemas democráticos con los que convivimos desde hace casi treinta años.

Y una posible respuesta a este discurso, lamentablemente, son las dictaduras, contrapartida natural de los regímenes demócratas. Tal es así que, cada vez es más común encontrarnos con sujetos -generalmente de una misma generación- que sostienen las virtudes de la dictadura en oposición con las desgracias de la democracia que hoy vivimos -construida por todos-, esencialmente vinculadas a la inseguridad y al cambio en los valores que se suceden en la sociedad actual.

Lo interesante de todo esto es entender en qué punto influye la educación en esta lógica. Y parece bien sencillo. El mensaje implícito y explícito de los diseños curriculares que poblaron las aulas en dictadura configuró sujetos que en algún momento entendieron que la única forma de preservar el orden público es la represión y la violencia, que la mejor forma de resistir a lo irresistible es quedarse callados y olvidándose, ante lo improbable de la subversión, que es imposible desconocer que el que calla, otorga.

Sabemos que, más allá de lo enseñado, de lo prescrito en los diseños y de lo escrito en los cuadernos, subyace en toda práctica educativa, un discurso que configura el fondo ideológico de la propia acción de enseñar y que toma forma, en palabras de Jackson, bajo la lógica de un curriculum oculto que, durante muchos años, fue el campo de estudio para los críticos de la educación que asumen de forma acertada que no existe crítica sin análisis ideológico.

Es por tanto posible afirmar, desde nuestra perspectiva, que no es producto del azar ni de la desesperación por lo que hoy sucede en las calles, escuchar las voces de quienes afirman que “en dictadura vivimos mejor” y que no es serio etiquetar de ignorantes ni de fascistas a quienes lo repiten, porque no es más que un legado, el legado de un sistema político que, consciente o inconscientemente -convengamos que la mayoría de los planes de estudio de las dictaduras sudamericanas fueron sugeridos en el norte- construyó sujetos moldeados con esas formas, capaces de defender lo indefendible y de repetir y reafirmar que la violencia se combate con violencia olvidándose que, en palabras de Ghandi, “ojo por ojo, el mundo quedará ciego.”

*) Licenciado en Educación Física (ISEF Udelar). Entrenador de fútbol (ISEF-Udelar). Actualmente cursando la Maestría en Didáctica de la Educación Superior (Centro Latinoamericano de Economía Humana).

Director coordinador de Educación Física, del Consejo de Educación Inicial y Primaria/Administración Nacional de Educación Pública. Maldonado-Uruguay.

(ANEP/CEIP). Integrante de la línea “Políticas Educativas y Formación Docente.

Educación Física y Prácticas Educativas”, adscripta al grupo de investigación sobre La Educación Física y su Enseñanza.

*) Psic. Manuel Froilán Zavala Ayala

En los últimos años, se ha hecho hincapié en la importancia de subrayar los aspectos cognitivos interpersonales en la descripción del carácter del delincuente juvenil, como una prometedora vía tanto para establecer eficaces programas de prevención como para elaborar modelos educacionales que permitan una eficaz reeducación.

Juntamente con ello, las mayorías de los estudios descriptivos de la carrera delictiva señalan una serie de factores individuales y biográficos que caracterizan al delincuente juvenil y que llevan a la conclusión de que el delincuente juvenil es una persona con un gran conjunto de deficiencias.

Es difícil establecer un perfil riguroso de los jóvenes delincuentes, pero sí se pueden apuntar una serie de características personales y del entorno que dadas en un mismo sujeto pueden hacerlo propenso a delinquir.

El delincuente juvenil suele empezar su actividad delictiva, generalmente, entre los 15 y 17 años. La mayoría no ha completado el nivel de escolaridad básico. Es muy probable que él y su grupo de amigos sean consumidores de alcohol y de drogas y que tenga relación con otros jóvenes que hayan tenido alguna conducta delictiva. El delincuente juvenil suele formar parte o bien de una familia numerosa o bien monoparental.

Entre las principales características del delincuente joven, se mencionan: Impulsivos, con afán de protagonismo, baja autoestima, agresivos, dificultad a nivel de habilidades sociales, escaso equilibrio emocional, familia desmembrada, faltos de afectividad, consumidores de drogas, frustrados y con fracasos escolares.

Según la opinión de Vega (1994), "Define a la familia como el primer espacio de socialización del niño, que ejerce gran influencia en los patrones conductuales y relacionales con el mundo que lo rodea. Por tanto cuando la familia no desarrolla un vínculo funcional protector, promotor y armónico, puede sobrevenir la inadaptación”.

Asimismo, opina que las características familiares más frecuentemente asociadas con la delincuencia son: La “antisocialidad” de los padres, supervisión y disciplina ineficaz, desavenencias y falta de armonía familiar, pobres relaciones entre padres e hijos, familias numerosas y marginación social.

Atendiendo a sus rasgos peculiares de personalidad o de índole psicosocial, se señala tres categorías tipológicas de los menores delincuentes:

Una primera categoría de jóvenes delincuentes vendría definida por rasgos de anormalidad patológica, fundamentalmente:

1.- Menores delincuentes por psicopatías: aquí el punto de referencia lo constituye la existencia de alguna de las formas de psicopatía, entendida como la patología integrada, conjuntamente, de la incapacidad de quien la padece de sentir o manifestar simpatía o alguna clase de calor humano para con el prójimo, en virtud de la cual se le utiliza y manipula en beneficio del propio interés, y de la habilidad para manifestarse con falsa sinceridad para hacer creer a sus víctimas que es inocente o que está profundamente arrepentido, y todo ello, para seguir manipulando y mintiendo.

Consecuencia de ello, es que el menor es incapaz de adaptarse a su contexto y actuar como tal, porque el trastorno de la personalidad que sufre, le impide inhibirse respecto de conductas o comportamientos contrarios a las normas.

El menor psicópata tiende a perpetrar actos antisociales según la orientación nuclear de la propia psicopatía, siendo de destacar en este sentido los actos que expresan frialdad y crueldad por parte del sujeto.

2.- Menores delincuentes por neurosis: la neurosis consiste en una grave perturbación del psiquismo de carácter sobrevenido y que se manifiesta en desórdenes de la conducta, pudiendo ser su origen muy diverso como fracasos, frustraciones, abandono o pérdida de seres muy queridos, etc.

Criminológicamente, el neurótico trata de hacer desaparecer la situación de angustia que sufre cometiendo delitos con el fin de obtener un castigo que le permita liberarse del sentimiento de culpabilidad que sobre él pesa, y esto es también válido para el menor neurótico, aunque sean muchos menos que los adultos.

3.- Menores delincuentes por auto referencias subliminadas de la realidad: aquí se incluyen los menores que, por la confluencia de predisposiciones psicobiológicas llegan a mezclar fantasía y juego de una forma tan intensa que empiezan a vivir fuera de la realidad. Es precisamente ese estado anómalo el que puede conducirlos a cometer actos antisociales.

La delincuencia juvenil es un problema real que no hay que minimizar y que no se resuelve bajando la edad de la imputabilidad porque es inherente a las sociedades en que vivimos, caracterizadas, entre otras cosas, por las desigualdades económicas y sociales.

La delincuencia juvenil es un problema con raíces económicas, sociales y culturales. Cualquier intento de resolverlo, requiere una fuerte y consciente organización y la participación de especialistas sensibilizados por el problema (educadores, psiquiatras, psicólogos, servicios sociales y juristas especializados, entre otros).

*) Licenciado en Psicología, especialidad Clínica (con Habilitación Profesional del MSP). Miembro Honorario en el Área de Negociación Antisecuestro (gerenciamiento de crisis) del Grupo Halcón de la Policía Argentina

Especializaciones en Suicidología: Red Mundial de Suicidiólogos (Representante Nacional hasta el año 2.008); Red Iberoamericana de Suicidiólogos (Argentina).

Miembro de la Asociación Argentina de Salud Mental (AASM), desde el 10 de agosto de 2016.

Ex - Miembro de la Sociedad Mexicana de Tanatología.

Libros publicados: “Suicidio Infanto-Juvenil” - Cómo reconocer las Señales de Advertencia (Editorial Arandura. Año 2006); “El Suicidio - Un grito silente (Imprenta Tradinco. Año 2017). Disertante en múltiples eventos en varios países.

*) Prof. José Luis Corbo

“Cuando pones la proa visionaria hacia una estrella y tiendes el ala hacia la excelsitud inasible, afanoso de perfección y rebelde a la mediocridad, llevas en ti el resorte misterioso de un ideal. Es ascua sagrada, capaz de templarte para grandes acciones. Custódiala; si la dejas apagar no se enciende jamás. Y si ella se muere, quedas inerte… sólo vives por esa partícula de ensueño que te sobrepone a lo real.”  (Ingenieros, J.  1913. El hombre mediocre)

Hace más de 20 años, cursando el penúltimo año de bachillerato me encontré, en mi clase de Filosofía, con un título que hasta el día de hoy me llama la atención: “La posmodernidad, el fin de las utopías”. En ese momento, con el envión inevitable de la caída de la Unión Soviética, y bajo la lupa de aquellas políticas educativas, recibíamos una única versión de la historia, entendida de igual forma por la Filosofía.

Jamás se nos aclaró, por temor encubierto a la rebeldía adolescente, que toda narrativa histórica no es más que una interpretación subjetiva de la realidad y que, de querer construir nuestra propia versión, es poco menos que imperativo conocer otras versiones, otras “verdades” que, en sus múltiples formas, promuevan el desarrollo crítico del sujeto, facilitándole herramientas de intervención social.

Ahora bien, aunque parece estar claro que el título insinuante no era más que un ataque directo a formas políticas diferentes de las que promovía el mundo globalizado, o los que manejaban ese mundo, lo interesante es analizar el mensaje encubierto que contiene esa afirmación.

En su momento, Galeano hacía referencia a la utopía como aquello que se aleja en la medida que me acerco, pero que necesariamente debe estar ahí, como motor necesario para ayudarnos a avanzar. Concepto similar el de Ingenieros, en cuanto a la necesidad de ese ideal interior que nos invita al ejercicio sostenido e inagotable de la búsqueda de la perfección.

Asumir que las utopías han caído, no es más que asumir que debemos resignarnos a la desigualdad social, a la miseria de algunos y los privilegios de otros, a los explotados y a los explotadores, al hambre, la guerra, el despilfarro absoluto y la concentración de la riqueza en los sectores más privilegiados. En pocas palabras, seguir como estamos y bajar la mirada, indiferentes ante nuestros pares y afanosos de pertenecer a los sectores de privilegio. Una suerte de sueño americano.

¿Y qué pasa entonces con los docentes?. ¿Para qué trabajamos?. ¿Es posible trabajar en la educación sin tener utopías?. Desde nuestra perspectiva, no hay forma de avanzar en la educación de un país, si no se describe claramente un proyecto social. En dicho sentido, parece impensable que eduquemos para promover desigualdades, más allá de que sepamos que hay y que, difícilmente, algún día no las haya. Pensar en un proyecto de justicia social, es pensar necesariamente en una utopía, y eso es justo lo que necesitamos.

Podemos tolerar el discurso de fijar objetivos reales, metas alcanzables que no sólo direccionen las propuestas sino que nos motiven también en el trabajo del día a día. Pero esos, los objetivos, no son más que los pasos de los que nos hablaba Galeano. Educar es una acción política validada moralmente, para la cual es necesario un motor potente que la empuje y que provea a su vez de las fuerzas necesarias a aquellos que asumen el desafío de estar ahí. Ese motor es la utopía.

En este sentido, asumiendo el carácter vocacional que debemos tener quienes tomamos el desafío, creemos que no es posible tener docentes sin utopías, así como tampoco docentes que promuevan el discurso otrora validado en secundaria. Los docentes debemos, necesariamente, revelarnos antes las necesidades de nuestros niños, sensibilizarnos ante la falta de sensibilidad y asumir de una vez por todas que nadie está abajo porque así lo decidió, sino porque es lo que le ha tocado.

El llamado es para aquellos que, al igual que nosotros, no perdemos las esperanzas ante tanta desesperanza, y decidimos dar esos pasos, con la llama inagotable de un ideal que, ante todo, se dedica afanosa y desinteresadamente, a la búsqueda de la aparentemente inalcanzable justicia social.

*) Licenciado en Educación Física (ISEF Udelar). Entrenador de fútbol (ISEF-Udelar). Actualmente cursando la Maestría en Didáctica de la Educación Superior (Centro Latinoamericano de Economía Humana).

Director coordinador de Educación Física, del Consejo de Educación Inicial y Primaria/Administración Nacional de Educación Pública. Maldonado-Uruguay.

(ANEP/CEIP). Integrante de la línea “Políticas Educativas y Formación Docente.

Educación Física y Prácticas Educativas”, adscripta al grupo de investigación sobre La Educación Física y su Enseñanza.

*) Psic. Manuel Froilán Zavala Ayala

“El dolor nos transforma y se transforma, es parte de la vida y la muerte pone fin a la existencia pero no al vínculo, a la relación que uno tiene con la persona que se fue y por eso lleva un proceso lógico que se debe transitar" (Bernardo Stamateas).

 

La muerte es parte del ciclo de la vida. Los seres vivos somos perecederos, e igual que nacemos, un día dejaremos de existir. La teoría la conocemos todos, nos parece de lo más natural hasta que nos toca experimentarla.

Ninguno de nosotros estamos preparados para afrontar la muerte de un ser querido. El hecho de que no lo volvamos a ver y escuchar, hace que nos revelemos e intentemos no afrontar su muerte, o buscar la manera de seguir en contacto con la persona desaparecida. Necesitamos un tiempo para entender, de forma razonada, qué ha sucedido y las consecuencias a afrontar. Debemos pasar el duelo.

Al principio del proceso de pérdida de un ser querido, se vive un gran vacío, todo se desvanece, queda como en suspenso y aparecen sentimientos de desesperanza, frustración, pena, ansiedad y confusión. También es posible que los familiares afectados, principalmente, sientan una sensación de injusticia insoportable y mucha rabia y enojo hacia el mundo en general.

Constantemente se preguntan “por qué” y es probable que aparezca un profundo sentimiento de culpa.

Las emociones, pasado el impacto inicial, son más profundas. Aparecen deseos de volver al pasado, de quedarse anclado en el tiempo, para evitar afrontar lo inevitable. Pero esto, querido amigo, no soluciona nada… al contrario, la única manera de liberar estos sentimientos es viviéndolos, dejándolos salir sin valorarlos ni retenerlos.

Con el tiempo, si el duelo ha seguido un buen proceso, se empieza a cambiar y se inicia un proceso de crecimiento personal. Se aprende a relativizar y la persona se angustia menos. Se gana en humanidad, flexibilidad y tolerancia, porque durante el recorrido se pierden muchos miedos.

La escala de valores varía; se comienza a dar más importancia a cosas sencillas que consiguen reconfortar… y se vuelve más solidario porque le cuesta menos enfrentarse al dolor ajeno. Es capaz de ponerse con más facilidad en el lugar del otro porque comprende mejor cómo se siente una persona que sufre. Esto la fortalece y la predispone a encontrar nuevos estímulos que le ayudarán a recobrar la ilusión por vivir.

Hay que afrontar todo el dolor por muy insufrible que parezca, sólo así se consigue volver a recuperar las ganas de vivir. Pero al mismo tiempo hay que estar abierto a cualquier manifestación de cariño por pequeña que sea porque si se cierra el corazón… la vida se seca. Entonces todo se apaga. Y la persona se queda sola, viendo como sus hijos, su pareja y su trabajo se desmoronan.

El proceso del duelo suele durar un tiempo relativo. Depende de muchos factores, como los recursos emocionales del doliente, y su capacidad de adaptación a las nuevas situaciones. Se vive de diferente manera si la muerte era o no esperada, o si se trata de un padre o un hijo.

Para los progenitores la muerte del hijo es más traumática, no están preparados para que desaparezca antes que ellos, lo que conlleva un peso mayor a la hora de afrontar la pérdida y el proceso. Por otro lado, la red de apoyos es fundamental. Recibir ayuda del entorno es importante para que el doliente se sienta protegido y comprendido.

Y lo que es muy importante, si usted tiene un familiar o amigo viviendo el proceso, ayúdele pero no le fuerce a superarlo.

Acompáñele en el camino, y trátele como le gustaría que le tratasen a usted.

*) Licenciado en Psicología, especialidad Clínica (con Habilitación Profesional del MSP). Miembro Honorario en el Área de Negociación Antisecuestro (gerenciamiento de crisis) del Grupo Halcón de la Policía Argentina

Especializaciones en Suicidología: Red Mundial de Suicidiólogos (Representante Nacional hasta el año 2.008); Red Iberoamericana de Suicidiólogos (Argentina).

Miembro de la Asociación Argentina de Salud Mental (AASM), desde el 10 de agosto de 2016.

Ex - Miembro de la Sociedad Mexicana de Tanatología.

Libros publicados: “Suicidio Infanto-Juvenil” - Cómo reconocer las Señales de Advertencia (Editorial Arandura. Año 2006); en proceso: “Estrés, Depresión y Suicidio”. Disertante en múltiples eventos en varios países.