*) Dr. Cs. Adalberto Cuevas Palacios

Según datos oficiales de la Organización Mundial de la Salud (OMS), la mayoría de los aproximadamente 140 millones de nacimientos que ocurren a nivel mundial cada año se dan en mujeres que no presentan factores de riesgo de tener complicaciones para ellas ni para sus bebés, al comienzo y durante el trabajo de parto.

Sin embargo, el momento del nacimiento es crítico para la sobrevida de las mujeres y los bebés, ya que el riesgo de morbimortalidad puede aumentar considerablemente si surgen complicaciones (Recomendaciones de la OMS para los cuidados durante el parto, para una experiencia de parto positivo, 2016).

En 2020 en Uruguay hubo 35.874 nacimientos, de los cuales 45,7% fueron por cesárea, según la información de Estadísticas Vitales que publicó a fines de junio el Ministerio de Salud Pública (MSP). Estas cifras son relativamente altas y han aumentado ligeramente, siendo un problema multicausal.

Esta proporción subió prácticamente un punto porcentual en relación con 2019 y dos puntos porcentuales en comparación con 2018. Estudiando a profundidad las causas de este problema, en un mediano y largo plazo podrían reducirse las complicaciones que generan estas situaciones.

Después del parto se generan cambios importantes en el físico de la madre y en su vida en general, que pueden ser favorecidos significativamente por la práctica sistemática de ejercicios físicos, siempre que no existan impedimentos de salud para su realización, lo cual debe ser definido por el equipo multidisciplinario, que incluye al médico y al especialista en Educación Física.

“Después del nacimiento del bebé, el cuerpo de la madre va reorganizándose hasta que los órganos vuelven a su lugar y hacer ejercicios puede ser muy positivo para la recuperación física” Tobi, V. (2007) Estas modificaciones, confirmadas científicamente, pueden ser complementadas por efectos favorables en aspectos psicológicos y sociales, que refuerzan la estabilidad de la salud de la madre y también del bebé, siempre que éste sea incorporado al programa de ejercicios, a fin de asegurar una adecuada estimulación temprana en su desarrollo psicomotriz.

Destacando los beneficios que tiene la práctica de ejercicios para la madre en esta bella etapa de la vida, resumiremos los siguientes:

-Estimula en Sistema Nervioso Central y Periférico, favoreciendo el equilibrio psicológico.

-Reduce el estrés, mejorando el sueño.

-Disminuye los síntomas de depresión, mejorando de la autoestima.

-Refuerza las relaciones sociales, sobre todo si se hacen los ejercicios en grupos pequeños de mujeres en proceso de puerperio (período de recuperación post parto)

-Reduce progresivamente el peso corporal, siempre que se logre una dieta adecuada.

-Mejora el estado cardiovascular y respiratorio, estabilizando la tensión arterial.

-Tonifica y fortalece la musculatura abdominal y de la espalda, favoreciendo la postura.

-Estabiliza el metabolismo, aumentando el nivel de energía.

Es muy importante adoptar todas las medidas higiénicas durante la realización de los ejercicios, sin embargo, cobra particular importancia la hidratación a fin de no afectar la cantidad y calidad de la leche materna. Resulta importante mantener la intensidad moderada, acorde a las particularidades de cada practicante.

Se recomienda evitar ejercicios de alta intensidad que puedan generar lactacidemia (elevados contenidos de ácido láctico en sangre) y la duración total de la clase diaria debe ser entre 30 y 90 minutos, pudiendo ser de más volumen para aquellas madres que cumplieron con un programa de ejercicios preparto o que tienen un nivel de aptitud relacionado con la participación activa y sistemática en programas de salud por ejercicios o con el alto rendimiento deportivo. La frecuencia de clases podría ser de dos por semana al inicio, aumentando en la tercera semana a tres y a partir del mes hasta cinco clases semanales.

Las primeras clases deben ser de corta duración (30 a 40 min) aumentando el tiempo de ejercicios progresivamente. El inicio del programa de ejercicios puede ser una semana después del parto, siempre y cuando no tenga contraindicaciones. En caso de reparación vaginal extensa, cesárea u otra complicación durante el parto; se debe consultar al médico para definir el momento adecuado de inicio de los ejercicios, debiéndose tener especial cuidado con la intensidad y el volumen de las cargas desde el comienzo del programa.

Los ejercicios a desarrollar en las clases deben ser predominantemente aeróbicos, insistiendo en la tonificación muscular, ejercicios de corrección de la postura y flexibilidad. La caminata, trote (para los casos sin contraindicaciones médicas), natación y ciclismo; entre otras actividades cíclicas, son muy recomendables, pero siempre combinadas con el amplio arsenal de medios y ejercicios de la gimnasia en general.

Como medios auxiliares se pueden utilizar bandas elásticas, pelotas medicinales, mancuernas ligeras, superficies inestables, espaldares, TRX, Yoga y Pilates entre otros. También resulta muy favorable la realización de ejercicios en medios naturales, tales como superficies de pasto, hojarasca, arena, pendientes de poca inclinación, etc.

El entrenamiento con el bebé, además de fortalecer el vínculo materno, asegura el inicio de la estimulación temprana para su óptimo desarrollo psicomotriz, siendo una actividad ideal la Matronatación (ejercicios de formación básica de natación para el bebé con la madre), la cual debe complementarse con la gimnasia general de la madre, combinándose con ejercicios pasivos y activos para el hijo, así como diversos estímulos sonoros y visuales que contribuyen con el aumento de su movilidad natural.

En relación a la estimulación temprana del bebé, Alonso López (2003) destaca que: “Las posibilidades motoras que se presentan son variadas en esta etapa de la vida, pero esto no implica forzar al niño, sino ayudarlo en su desarrollo.” (Pag. 72) Entre los ejercicios que debe realizar el bebé, combinando pasivos y activos, se destaca la gran importancia que reviste el gateo. Este desplazamiento natural asegura el desarrollo simétrico de toda la musculatura del tronco y de las extremidades, garantizando a su vez una buena coordinación y un adecuado desarrollo de la orientación espacial.

Resulta vital respetar las etapas del desarrollo natural del bebé, el cual va a mostrar una gran movilidad de los procesos corticales, manifestándose con una actividad física variable y constante que, al ser estimulada adecuadamente, acelera positivamente su progreso psicomotriz.

Los ejercicios con el bebé deben comenzar a partir de los 45 días de su nacimiento, siempre asegurando la estimulación de gestos y movimientos asociados a su gran actividad cerebral y generando un ambiente alegre que lo hará más receptivo y sensible, extendiéndose hasta los 6 años aproximadamente, en tanto a partir de esta edad se debe continuar con la Educación Física escolar.

Entre las ventajas de la estimulación temprana se destacan las siguientes:

- Desarrolla de forma óptima las habilidades psicomotrices naturales.

- Aumenta la capacidad de memoria y concentración, sin afectar la gran capacidad de distribución de la atención natural del bebé.

- Mejora el nivel de creatividad y curiosidad, aumentando su capacidad de observación.

- Desarrolla la capacidad de adaptación e interpretación de diversos contextos, reforzando las relaciones sociales.

- Favorece el proceso de adquisición del lenguaje oral y su relación con las acciones motrices.

- Facilita la detección de deficiencias en el proceso de desarrollo psicomotriz y del aprendizaje.

- Activa el sistema de adaptación a los cambios ambientales generando la formación temprana de temple.

- Potencia la toma de decisiones de forma autónoma y segura.

- Ayuda a mejorar la autoestima a partir del desarrollo de empatía con el ambiente social.

El programa de ejercicios debe ser muy variable, de manera que estimule no sólo la motricidad, sino también las emociones, el proceso de aprendizaje de movimientos sencillos, el lenguaje oral, las habilidades de relacionamiento social y el uso de los movimientos naturales que le permitirán el desarrollo de la deambulación a partir del gateo típico, para llegar luego el gateo atípico en el que se observa el apoyo de uno de sus pies alternado con la rodilla de la extremidad contraria.

También debe estimularse la adopción de diferentes posiciones al darse vuelta, sujetar y lanzar objetos, así como favorecer la reacción ante diversos estímulos táctiles, sonoros y luminosos; mediante el uso de objetos de diferentes colores, que emitan diversos sonidos y que generen estimulaciones propioceptivas variables.

La combinación de ejercicios de motricidad fina y motricidad gruesa le permitirá adquirir buena coordinación a la vez que logra un buen desarrollo músculo – esquelético, manteniendo y ampliando la movilidad articular y adquiriendo mejor dominio de sus extremidades, a la vez que amplía los movimientos de la cabeza y se forman adecuadamente las curvaturas naturales de la columna vertebral.

La estimulación de la capacidad de comunicación y del lenguaje oral, combinado con ejercicios, puede incluir imitaciones del movimiento de animales, asociándolo mediante onomatopeyas (ejemplo el perro dice guau, el pollito pio pio, el gallo kikiriki, la rana croac, etc), para luego ir introduciendo palabras que de a poco podrá ir articulando. Es importante en este proceso inculcarle adecuados hábitos de escucha, que le ayudarán significativamente en el proceso de aprendizaje en general.

En el desarrollo social del bebé, es determinante lograr el intercambio con familiares y otros niños, lo cual favorece el desarrollo cognitivo y la capacidad de adaptación a la comunidad.

Los juegos seleccionados en general deben estimular la creatividad e independencia en la solución de dificultades sencillas, que de a poco se harán más complejas, así como el vencimiento de obstáculos, logrando en forma natural la toma de decisiones.

El ambiente de juegos, generado en el proceso de estimulación temprana, debe ser alegre, de manera que el bebé sea feliz a plenitud y disfrute junto a la madre, la familia y el entorno. Nunca se debe olvidar que: “Los niños nacen para ser felices” José Martí (1889)

*) Doctor en Ciencias Pedagógicas. Docente de la UDELAR.

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