Ante las celebraciones de fin de año, desde el Centro Hospitalario Pereira Rossell se advierte sobre dos de los principales riesgos que afectan a niños y niñas en esta época: las lesiones por pirotecnia y los ahogamientos en entornos domésticos. Así lo señaló Patricia Dallorso, jefa (i) de la emergencia pediátrica de la institución, quien remarcó que se trata de eventos prevenibles si se adoptan.
Apenas comienza la temporada estival, quienes están cerca de cualquier espejo de agua (mar, río, laguna...) “se hará un momentito para darse el chapuzón; quienes no, ya tendrán su piscina o tanque, de cualquier forma, material y tamaño, lo que importa es refrescarse, enfrentar el calor a como dé lugar”, dijo Dallorso.
Uso seguro de pirotecnia
En relación al uso de pirotecnia, Dallorso recordó que, si bien su utilización forma parte de prácticas culturales arraigadas, no está exenta de peligros. “La pirotecnia no es un juguete y los niños no deben manipularla ni tener acceso a ella, especialmente los más pequeños", subrayó la jefa (i) de la emergencia pediátrica del Pereira Rosell.
Las lesiones más frecuentes incluyen quemaduras en la piel y en los ojos, pero en casos de mayor gravedad pueden producirse amputaciones de dedos o fragmentos de dedos, sobre todo con artefactos de gran potencia como las denominadas “megabombas”. La especialista aconsejó evitar este tipo de explosivos.
Pero en caso de que los adultos decidan utilizar pirotecnia de forma doméstica, deben hacerlo siguiendo estrictamente las indicaciones del fabricante. También advirtió que no debe intentarse volver a encender un fuego artificial que no haya detonado, ya que esto puede provocar lesiones severas.
Entre las recomendaciones, destacó la importancia de contar con una fuente de agua cercana -como una manguera o un balde-, elegir espacios despejados sin vegetación, vehículos ni objetos inflamables, y mantener a los niños a una distancia prudente, incluso cuando se trate de dispositivos lumínicos.
Dallorso hizo especial énfasis en evitar la pirotecnia casera, elaborada con mezclas de pólvora u otros solventes, ya que su alcance y potencia son impredecibles. “Tampoco deben colocarse dentro de latas o botellas, porque la explosión puede lanzar fragmentos de vidrio o metal y generar daños mucho mayores”, advirtió.
Otro de los temas en los que Dallorso hizo hincapié, tiene que ver con niños y niñas autistas, ya que el estruendo de los artefactos pirotécnicos “puede provocar reacciones inesperadas”, pero como no todos reaccionan igual, “es fundamental que los adultos evalúen si deben o no estar expuestos”.
Sobre los ahogamientos
Por otra parte, la profesional se refirió a los ahogamientos, evento que describió como “silencioso y rápido”, que puede ocurrir en pocos segundos. Según explicó, la mayoría de los casos en niños pequeños se producen en piscinas o en cuerpos de agua domésticos, incluso con pocos centímetros de agua, cuando no hay supervisión directa.
“La medida más efectiva para prevenir ahogamientos en niños menores de cuatro años es la supervisión continua y atenta de un adulto”, afirmó. Esa vigilancia debe ser permanente y cercana, idealmente a una distancia no mayor a un brazo, y no puede delegarse en otro niño en ningún caso.
En viviendas con piscina, Dallorso señaló que todos los tipos de piscinas implican riesgo y que, cuando no se están utilizando, deben contar con cercas adecuadas, con altura y cierres que no sean accesibles para los niños. También recomendó no dejar juguetes dentro del agua, ya que suelen atraer su atención.
También alertó sobre las distracciones cotidianas, como atender el celular o ir a abrir una puerta. “Es en esos pocos segundos de descuido cuando muchas veces se produce la asfixia por inmersión”, indicó, insistiendo en que la prevención y la supervisión adulta son claves para que las celebraciones no terminen en situaciones evitables.
“En los niños más grandes y en los adolescentes cambia el patrón y habitualmente los eventos de asfixia por inversión o ahogamiento ocurren en aguas abiertas”, explicó Dallorso, y agregó que “muchas veces los adolescentes se sienten seguros de sí mismos, están confiados en sus habilidades…”.
“Sin embargo, no comprenden o asumen riesgos que habitualmente pueden determinar lesiones importantes. Hay que saber que el nadar no evita el ahogamiento”, con la certeza de que no es lo mismo nadar en una piscina que en aguas abiertas. Las recomendaciones de Dallorso, son claras en ese sentido.
“Nunca deben nadar sin la presencia de otra persona, que puede ser otro adolescente. Es importante que se bañen en zonas habilitadas, con presencia de guardavidas, que eviten consumir alcohol, y que respeten las señales”. Según la profesional, obedecer a las medidas de precaución ha demostrado, a nivel mundial, que reduce el número de víctimas por ahogamiento.
“Se sabe que el consumo de alcohol reduce la capacidad para tomar decisiones claras, afecta el juicio y debilita las habilidades para nadar, para aquellos que ya las habían conseguido, lo cual incrementa significativamente el riesgo de ahogamiento. Otra acción importante es el uso de dispositivos de flotación”, concluyó.

