La cuenca de la Laguna de José Ignacio es una de las monitoreadas, desde el año 2019, en el marco del Programa de Monitoreo Interinstitucional de Lagunas Costeras, abarcando el estudio de las distintas matrices del ecosistema. Un informe divulgado por el Ministerio de Ambiente (MA), da cuenta de su actual situación.

 

El seguimiento de la calidad ambiental de la Laguna José Ignacio y su cuenca a través del Programa de Monitoreo Interinstitucional de Lagunas Costeras, se realiza desde el año 2019, con un abordaje coparticipativo coordinado por el Ministerio de Ambiente en coordinación con el Mgap y otras instituciones.

A partir de los datos obtenidos del Programa de Monitoreo mencionado, en el período 2019-2020, la Laguna José Ignacio presentó en general una buena calidad de agua y sedimentos, a excepción de las concentraciones de fósforo y nitrógeno que fueron altas en varias ocasiones.

En relación a los tributarios, en general el arroyo José Ignacio y la cañada Sosa registraron valores de cumplimiento de los estándares de aptitud ambiental. La cuenca de la Laguna de José Ignacio abarca un área de 70.358 hectáreas y es parte del sistema de lagunas costeras de agua salobre.

Ubicada en la costa atlántica, presenta humedales asociados y se conecta de forma intermitente con el Océano Atlántico a través de la apertura de un canal en la barra de arena, lo cual la hace que sea un ecosistema dinámico y con una cuenca que tiene una gran heterogeneidad de hábitats.

Esta laguna es reconocida como área destacada para la conservación de aves, está incluida por BirdLife International como sitio IBA, es parte del Parque Nacional Lacustre desde 1977, y sustenta importantes servicios ecosistémicos, como pesquerías artesanales, ecoturismo, control hidrológico, entre otros.

Sin embargo, dada su proximidad con el balneario José Ignacio, uno de los más exclusivos y concurridos de la costa Este, tiene como consecuencia varias presiones que requieren el abordaje desde distintas áreas de trabajo del Ministerio de Ambiente (MA) y otras instituciones con competencia.

Entre las presiones, figura el aumento y desarrollo inmobiliario urbano, la afluencia turística, situaciones de tala ilegal de especies nativas, forestación por especies exóticas y transformación de humedales, tránsito de vehículos motorizados sobre dunas, playas y la costa de la laguna, entre otras.

(Foto: Ana Martínez | Dinara)

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