*) Ec. Pablo Broder

Constituye una constante en el relato oficialista la narración de una realidad nacional prácticamente opuesta al efectivo devenir. No obstante, por sobre las afirmaciones triunfalistas, caso “perdimos pero ganamos”, “vamos derrotando la pandemia”, “no importa si vamos al default”, entre otras, surgen inexorablemente los análisis realizados fundamentalmente por parte de la prensa libre local y también en el extranjero, que desmienten las voces oficiales.

Pocos países en el mundo tienen un riesgo país tan alto como la Argentina. Este nivel actual que le cierra al país las puertas del mercado de crédito internacional se ubica actualmente alrededor de los 1.800 puntos básicos. Se trata del segundo valor más alto de América Latina, en tanto Brasil ostenta un nivel de poco más de 300 puntos básicos, Perú en el orden de 150, lo mismo que Uruguay. La gran excepción en la región es Venezuela. cuyo índice supera un número estratosférico: 50 mil puntos básicos.

Las consecuencias de este posicionamiento negativo distan de ser gratuitas. Carecer de financiamiento apareja graves consecuencias para el país, no solo respecto a sus finanzas públicas, sino que la falta de acceso al crédito internacional también arrastra el financiamiento de las empresas, que termina perjudicando el crecimiento, el empleo y el bienestar de los argentinos.

La medición correspondiente al mes de enero último arrojó un poco decoroso 3,9% y una variación interanual del 50,7%. Nuevamente, salvo la casi inexistente economía venezolana, el mundo observa con asombro y pena que un país de la riqueza del argentino ostente guarismos inflacionarios entre 8 y 15 veces superiores al resto del mundo en general, incluyendo sus más cercanos vecinos en el continente.

En un reporte sobre institucionalidad de la revista británica The Economist, donde se evalúa a Estados que en conjunto abarcan la mayoría de la población mundial, tampoco la Argentina sale bien parada, que sigue manteniéndose en la categoría de “democracia imperfecta”, cayendo al puesto número 50 en el ranking global y al noveno puesto en el regional (LN 10-2-22).

En oposición, en la cima del ranking regional está Uruguay como el país más democrático de América Latina, considerado “democracia plena”.

Mientras que en la Argentina se asiste a un éxodo de importantes empresas y de sus dirigentes, Uruguay asiste al proceso inverso, y da acogida e incentivos a aquellos que deseen incorporar sus inversiones, su presencia y su accionar.

Trasunto de este clima lo constituye su tipo de cambio (libre, por supuesto), donde el dólar no para de caer, consecuencia de la confianza y la existencia misma de una moneda nacional. La antítesis exacta de la Argentina.

Naturalmente que los índices de producto bruto interno, niveles de inversión, pobreza y desocupación, entre otros, tampoco favorecen en las comparaciones a la economía nacional.

En síntesis, lamentablemente, gran parte de la dirigencia política, empresarial o sindical parece haberse desentendido de buscar el camino de salida de esta dura crisis. Tampoco el presidente de la Nación, quien expresó su satisfacción por el hecho de que el FMI, según sus afirmaciones, no le haya reclamado reformas estructurales. Y tampoco una sociedad más preocupada por la distribución que por incentivar la producción y la riqueza.

La reversión de este escenario será imposible, a menos que se encaren, como una necesidad nacional, las inevitables reformas, sea la previsional, laboral, fiscal y de tamaño del Estado, entre otras.

De otro modo, el camino de declinación, cuyo final es impredecible, aparece como asegurado.

 

*) Es Doctor en Ciencias Económicas de la Universidad de Buenos Aires, habiendo realizado cursos de especialización en Economía Moderna en la Universidad Federico Santa María (Valparaíso, Chile).

Fue profesor y miembro del Consejo Directivo de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Buenos Aires; y profesor (en la carrera de postgrado) y director del Instituto de Investigaciones Económicas de la Universidad de la Cuenca del Plata, Corrientes. Argentina.

Presidió la Fundación de la Facultad de Ciencias Económicas, fue miembro del Consejo Profesional de Ciencias Económicas de la Capital Federal, y Secretario General de la Sociedad Internacional para el Desarrollo en Argentina.

Fue Secretario de Programación Económica del “Gabinete de la Oposición” de la Unión Cívica Radical (Comité Nacional). Ha sido el introductor en la Argentina del programa Grameen, siendo a su vez presidente de la Fundación Grameen Argentina y representante honorario para la Argentina y el Paraguay del Profesor Muhammad Yunus, creador del Grameen Bank (el Banco de los Pobres) en el mundo.

Expositor en diversos congresos, nacionales e internacionales, columnista en medios gráficos, radiales y televisivos, es autor de numerosos artículos.

Sus libros: “Fundamentos de la Economía”; “Desarrollo y Estancamiento en el Proceso Económico Argentino”; “La Argentina y el Mundo”; “La convertibilidad en crisis”; “La Argentina de la posconvertibilidad”; “Dos años en la era K”; “Mitos y realidades en la era K” y “El ocaso de la era K”.

Desarrolla su actividad en el ámbito público y privado, como director y asesor de gobiernos locales, empresas e instituciones.

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