*) Enrique M. González Vilar Laudani
En esta ocasión, y alejándome de las temáticas que venimos charlando durante estos meses pasados, me gustaría compartir algunos pensamientos, como homenaje a todas las mujeres y especialmente para mi madre, hermanas, esposa e hijas.
Sin desconocer algunas pocas excepciones, podría afirmar que este mundo ha sido casi siempre concebido por los hombres, para el beneficio propio; y que no hay un grupo que más haya sufrido violencia, discriminación, maltrato, humillación y desprecio que el género femenino, en su gran mayoría, en cada sociedad, época y continente.
Creo, firmemente, que cuando se habla de “sexo débil”, desconocemos la fortaleza metabólica, mental y espiritual de nuestras compañeras en este viaje llamado Vida.
En primer lugar, el que Dios haya compartido con las mujeres Su poder de crear vida, no es arbitrario. Ellas poseen en mucha mayor medida que nosotros, algunas cualidades como: Capacidad de amar, sufrir en pos del bienestar de un hijo, abnegación, sacrificio, perseverancia, templanza, fe, esperanza, paciencia y otras que sería largo enumerar.
No digo con esto que los hombres no tengamos méritos (que si los poseemos), sino que nunca va a ser suficientemente elevado el género humano todo, hasta que no pongamos en la cúspide del mismo a nuestras mujeres, tratándolas no como algo inferior, sino como nuestras iguales.
Según las escrituras cristianas, Dios hizo a la mujer (Eva) utilizando una costilla de Adán. El significado de esto demuestra que las mujeres deben estar a nuestro lado, no detrás, ni adelante. Marchando en igualdad de condiciones, de derechos y oportunidades. Reconociendo que las diferencias entre ambos sexos no nos alejan, sino que nos complementan y unen.
En estos momentos en que hay tanto sufrimiento femenino en el mundo, tanta violencia de género en Uruguay como en general, escribo este artículo como incentivo para que podamos ser un poco más atentos con las mujeres de nuestra vida, esposas, madres, hijas, compañeras y amigas, sin tener vergüenza de honrarlas en público, pues el que reconoce las dulces cualidades de las mujeres, lejos está de la debilidad, sino más cerca de la fortaleza que da el amor y el reconocimiento de nuestra deuda eterna hacia aquéllas que no solo dan la vida en un parto, sino de todas las que dan cada día una partecita de sus vidas para hacer de éste, un mundo mejor.
Les invito amigos, a que valoremos un poco más a las mujeres y a ustedes, muchachas, a que se vean como lo que realmente son…. Apenas un poco menos que los Ángeles, pletóricas de increíbles cualidades y valor.
Qué mejor homenaje puedo darles, que esta poesía del genial Víctor Hugo.
El Hombre y la Mujer
El hombre es la más elevada de las criaturas,
la mujer es el más sublime de los ideales.
Dios hizo para el hombre el trono,
para la mujer el altar.
El trono exalta, el altar santifica
El hombre tiene la supremacía,
la mujer la preferencia.
La supremacía significa la fuerza,
la preferencia representa el derecho
El hombre tiene un fanal, la conciencia,
la mujer una estrella, la esperanza.
El fanal guía, la esperanza salva.
El hombre es fuerte por la razón,
la mujer es invencible por las lágrimas.
La razón convence, las lágrimas conmueven.
El hombre es el cerebro,
la mujer el corazón.
El cerebro fabrica la luz,
el corazón el amor.
La luz fecunda, el amor resucita.
El hombre es capaz de todos los heroísmos,
la mujer es capaz de todos los martirios.
El heroísmo ennoblece, el martirio sublima.
El hombre es un código,
la mujer es un evangelio.
El código corrige, el Evangelio perfecciona.
El hombre es un templo,
la mujer un sagrario.
Ante el templo nos descubrimos,
ante el sagrario nos arrodillamos.
El hombre piensa, la mujer sueña.
Pensar es tener en el cráneo una larva,
soñar es tener en la frente una aureola.
El hombre es un océano,
la mujer es un lago.
El océano tiene la perla que adorna,
el lago la poesía que deslumbra.
El hombre es el águila que vuela,
la mujer el ruiseñor que canta.
Volar es dominar el espacio,
cantar es conquistar el alma.
En fin, el hombre está colocado,
dónde termina la tierra.
La mujer… dónde comienza el Cielo
*) Periodista (Universidad Nacional de la Matanza - Bs. As. - Argentina). Director de Seminarios e Institutos en la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días para las sedes Morón, Quilmes y Merlo (todo en Bs. As.).
Docente y Profesor en religión para jóvenes de 14 a 30 años. Director del Programa de Becas Educativas (FPE) de la Iglesia en Instituto SEI Merlo. Coach y Orientador Educativo en el mismo Instituto.
Todo esto fue realizado desde 1986 a 2013. Coach de Vida y Facilitador de proyectos personales (Estudios con la Licenciada Graciela Sessarego - Venezuela).
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