*) Ec. Pablo Broder

Hace ya más de seis décadas, así se titulaba un documento atribuido al General Perón frente a las elecciones que se irían a llevar a cabo en 1958, ordenando a sus huestes votar por el entonces candidato Dr. Arturo Frondizi. Un claro ejemplo de pragmatismo cuya contracara se está evidenciando con lamentable nitidez en estos tiempos.

El 14 de noviembre último tuvo lugar una jornada que puede estar llamada a ser un punto de inflexión en la historia política del país. Una derrota electoral profunda, que no deja lugar a dudas sobre el curso declinante del popukirchnerismo en la Argentina, reafirmando una tendencia se viene observando con claridad. Perdió en tres de las últimas cuatro elecciones.

Ese resultado no debería sorprender si se evocara simplemente algunos de los aspectos que castigaron en el pasado reciente la vida de los argentinos: Inflación  anual que para la mayoría de las estimaciones superará el 50 por ciento, desocupación creciente, nuevos impuestos, muestra de una asfixiante presión tributaria, cuarentena eterna con graves consecuencias físicas y emocionales, colegios cerrados a pesar del clamor de la comunidad educativa y las asociaciones de padres, millones de argentinos vacunados con Sputnik, que al día de hoy no fue aprobada por los organismos sanitarios de Estados Unidos ni de Europa, mientras que nuestro país podría haber contado con millones de dosis de vacunas Pfizer que el Gobierno demoró inexplicablemente en conseguirlas, más de 110 mil muertes por COVID, vacunatorio vip que dejó en evidencia los irritantes privilegios existentes en lo más alto del poder, cumpleaños vip, etc.

La dimensión del último fracaso electoral, podría estar indicando que se está consumando el fin de una triste época. El kirchnerismo estaría cerca de su ocaso definitivo.

No obstante, en la noche de la derrota, las expresiones de los vencidos, sus risas, cantos y festejos, el arabesco verbal de “perder ganando”, mostró con claridad otra de las lamentables facetas de su accionar: lo que privilegian siempre es el relato.

Cuenta lo que se dice. Vale la imagen. No importando la realidad, aunque sea su opuesto. Inversamente al razonamiento del antiguo líder justicialista cuando acuñó la histórica frase: “La única verdad es la realidad”.

El presidente Fernández, una vez más mostró su faceta desorientadora. En plena realidad de desastre electoral, convocó a un acto en la histórica Plaza de Mayo  para celebrar un triunfo ¡inexistente! ¡Perdieron por más de ocho puntos en todo el país.!

Y la población neutral contemplaba azorada los festejos, las expresiones ora triunfalistas, siempre agresivas, preguntándose: ¿Qué celebran? ¿De qué país vienen?

Vale para ellos el relato. Siempre la representación de una supuesta realidad, tratando de ocultar el curso efectivo (y doloroso) de los acontecimientos. Como por ejemplo con ese otro desatino de querer hacer menos evidente la inflación, negándose a poner en circulación billetes de superior denominación, obligando a operar con toneladas de papel moneda cuyo mayor valor (mil pesos) es el equivalente a alrededor de humildes cinco dólares.

Intento inútil: la inflación se sufre en la vida y no solo en el cajero automático.

No obstante, mientras el país deriva en un mar de incertidumbres y angustias respecto a su presente y sobre todo a su futuro, se abre una pequeña luz de esperanza: tal como se expresaba al inicio, podría estar cerca un cambio de época profundo, el fin de una era dolorosa para el país.

Y más allá del hálito bienhechor de esa perspectiva, también se puede prever una realidad casi inmediata: los resultados electorales sugieren que el Poder Legislativo   podría dejar de ser obediente seguidor del designio vicepresidencial, al no contar en ambas cámaras con las mayorías necesarias, tanto para el quórum como para la sanción de leyes que puedan afectar al estado de derecho y al equilibrio de poderes.

Se estaría evitando así, el avasallamiento institucional ejercido a través del dominio parlamentario. Hito fundamental para la vida de los argentinos.

Que así sea!

 

*) Es Doctor en Ciencias Económicas de la Universidad de Buenos Aires, habiendo realizado cursos de especialización en Economía Moderna en la Universidad Federico Santa María (Valparaíso, Chile).

Fue profesor y miembro del Consejo Directivo de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Buenos Aires; y profesor (en la carrera de postgrado) y director del Instituto de Investigaciones Económicas de la Universidad de la Cuenca del Plata, Corrientes. Argentina.

Presidió la Fundación de la Facultad de Ciencias Económicas, fue miembro del Consejo Profesional de Ciencias Económicas de la Capital Federal, y Secretario General de la Sociedad Internacional para el Desarrollo en Argentina.

Fue Secretario de Programación Económica del “Gabinete de la Oposición” de la Unión Cívica Radical (Comité Nacional). Ha sido el introductor en la Argentina del programa Grameen, siendo a su vez presidente de la Fundación Grameen Argentina y representante honorario para la Argentina y el Paraguay del Profesor Muhammad Yunus, creador del Grameen Bank (el Banco de los Pobres) en el mundo.

Expositor en diversos congresos, nacionales e internacionales, columnista en medios gráficos, radiales y televisivos, es autor de numerosos artículos.

Sus libros: “Fundamentos de la Economía”; “Desarrollo y Estancamiento en el Proceso Económico Argentino”; “La Argentina y el Mundo”; “La convertibilidad en crisis”; “La Argentina de la posconvertibilidad”; “Dos años en la era K”; “Mitos y realidades en la era K” y “El ocaso de la era K”.

Desarrolla su actividad en el ámbito público y privado, como director y asesor de gobiernos locales, empresas e instituciones.

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