*) Cr. Ricardo Puglia Saavedra

Ni se prepara para ellas. Sólo unos pocos miles dentro de nuestra sociedad están permanentemente pensando en ello, sea, como ganar las próximas, como debilitar al adversario, como permanecer en el poder o como construir alianzas que les permitan la perpetuidad.

Me da mucha gracia oír hablar y hasta leer los programas que cada colectividad somete a la ciudadanía cada cinco años. Un auténtico trabajo de pensamiento de equipos que rara vez se fusionan con una auténtica respuesta nacional del conocimiento global del país, a sus reales problemas y a soluciones viables y encuadradas dentro de un presupuesto y gasto austero.

En las colectividades de más amplio caudal electoral no faltan las doctrinas marxistas, leninista, castrista, maoístas, chavistas, o en la oposición las doctrinas batllistas, herreristas y wilsonistas. No está mal, pero todas ellas miran hacia el pasado sin elevar la mira a los cambios tecnológicos, informáticos, médicos, de las relaciones actuales del ser humano y las formas cotidianas de vida.

Desde la retrospectiva, se preparan estos programas que muy pocos electores leen, siendo muy generales en sus conceptos y poco o nada contienen de las políticas efectivas que aplicarán, cómo lo harán y quienes serán los ejecutivos en llevarlas adelante.

Luego de la elección, se designa un gabinete de ministros y directores de empresas públicas que en general no tienen la capacidad idónea en sus carteras o nunca han administrado una empresa.

Es hora de cambiar. La participación ciudadana en manifestaciones o en paros abusivos ha llegado a ser salvaje e inconveniente para todos los ciudadanos, tornándose el sindicalismo en el brazo del partido comunista que mediante sus tácticas de siempre busca el poder a través del partido único, o sea, el poder absoluto por sí mismo tratando de quienes opinan diferentes de conspiradores o adoradores a ciertos países por ellos denominan imperios.

Así nuestro país ha lidiado con doctrinas foráneas permanentemente y con escasos resultados positivos para su población, volviéndose todo en cortinas de humo que no permiten ver la realidad en que vivimos ni el futuro con esperanzas. Estamos oprimidos.

Necesitamos de planes, no más de programas. Planes que determinen cuanto es la deuda externa adecuada que el país puede mantener en un plan económico acorde con la realidad nacional y su proyección futura. Planes de desarrollo científico humano, vegetal y animal en todas las áreas útiles como la producción e investigación de todas las vacunas que importamos para el mejoramiento de nuestra producción agrícola-ganadera e industrial.

Nos esforzamos por tener más productoras de celulosa o más áreas sembradas de soja, pero olvidamos que de dichas materas primas nuestros importadores las procesan en sus industrias agregando continuamente valor para el bienestar de sus pobladores.

El Estado debe desarrollar junto al sector privado la industrialización de las mismas al costo que ello implique, así como abrir distribuidoras de carnes procesadas y productos lácteos en aquellos países que las producen a partir de nuestras materias primas. No alcanza con abrir embajadas o consulados en puntos remotos del planeta, hoy frente a la maravilla de la tecnología los mismos podrían trabajar vía internet con apenas con un delegado.

El papel del Estado tendrá que adecuarse a los tiempos modernos y al futuro, dándoles oportunidades a brillantes estudiantes, emprendedores, empresarios y de a poco ir desarmando sus viejas y perimidas estructuras que a través de injustos impuestos llenan sus arcas y mal gastan.

Todo un cambio es necesario, revisar que hacemos, cómo lo hacemos, cuanto nos cuesta y preguntarnos como lo podemos hacer mejor cuantificando las acciones y mostrando resultados a cada miembro de la comunidad, dejando para atrás las cuantiosas campañas publicitarias que sólo proyectan photoshops de los candidatos.

Nos debemos una propuesta: “Uruguay País con Futuro” donde la participación ciudadana sea proactiva convocando a un país que es capaz de su propio desarrollo sin dádivas externas, sin izquierdas ni derechas.

*) Especialista en inversión bancaria y asesoramiento empresarial, egresado en 1980 de la Universidad de la República Oriental del Uruguay “Contador Público y Licenciado en Administración”. Ex vicepresidente de la Corporación Nacional para el Desarrollo. Ha desarrollado una proficua e intensa actividad en la banca nacional e internacional, destacando las áreas de inversiones, reestructuración de deuda, banca corporativa, banca minorista, proyectos de inversión, ingeniería financiera y comercio internacional.

En 1990/1991 ocupó la gerencia comercial de Credit Lyonnais Uruguay y participó en la renegociación de la deuda externa uruguaya en estrecho contacto con el Ministerio de Economía y Citibank N.A.; de 1992 a 1996 estivo a cargo de la gerencia comercial de Banco Exterior Uruguay (hoy BBVAArgentaria).

Desde el año 2006 desarrolló servicios profesionales independientes en Consultoría  y Finanzas Corporativas en varias empresas.

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