*) Psic. Manuel Froilán Zavala Ayala

El hecho de que el hombre tiene que realizarse a sí mismo junto con los demás en el mundo choca continuamente con otro hecho no menos evidente: la experiencia de la frustración, del sufrimiento, del fracaso, del mal. Tanto para cada una de las personas como para la historia humana en general, la existencia es un sendero en donde las victorias parciales están diseminadas en medio de un número incalculable de intentos frustrados o fracasados.

Es cierto que las experiencias externas afectan nuestra autonomía. Los éxitos y los logros sostienen nuestro sentido de orgullo y dignidad, mientras que los fracasos, equivocaciones y rechazos dan cabida a sentido de culpabilidad, inseguridad e inferioridad. Pero, el factor de mayor valía personal se encuentra en el hogar.

El valor propio positivo es influido grandemente por el aprecio y el afecto, en los valores compartidos por la familia y en las expectativas realistas de los padres. Los hijos, además de las palabras de corrección, necesitan escuchar de sus padres palabras de alabanza. Si no reciben este ánimo y afirmación en el hogar, van a buscarlo en cualquier otro lugar, quizás en un grupo de compañeros o amigos “negativos”… sólo por encontrar aceptación.

Muchos padres pasan una cantidad mínima de tiempo cada día hablando con sus hijos. La mayor parte de ese tiempo se enfoca a la corrección y a la instrucción. Sin embargo, un hijo necesita un gran porcentaje de comunicación afectiva. Con esto en mente, es fácil comprender por qué muchos adolescentes no sienten que son valiosos y especiales dentro de sus familias.

Es necesario que tengan comprensión de la proyección de sus vidas. La proyección es reconocida como un factor ambiental que contribuye a la salud emocional de los hijos. Sin la influencia estabilizadora de la predictibilidad, las frustraciones resultantes y las confusiones pueden llevar a pensamientos de muerte.

Hoy en día la desintegración familiar ha aumentado y con ella el sentido de desarraigo, el cual es notable en los adolescentes. Muchos son incapaces de establecer raíces a través del árbol familiar porque son parte de un “injerto” familiar.

La adolescencia es un estado de cambios constantes que a menudo frustra los intentos de obtener un sentido de autorrespeto y propósito. Es una batalla constante para los adolescentes encontrar un rincón de aceptación.

Aunque la mayoría de los adolescentes rehúsan admitirlo, lo que más desean es la aceptación de sus padres, al igual que su aprobación y atención.

RECUERDE: El suicidio es una causa de muerte EVITABLE.

*) Licenciado en Psicología, especialidad Clínica (con Habilitación Profesional del MSP). Miembro Honorario en el Área de Negociación Antisecuestro (gerenciamiento de crisis) del Grupo Halcón de la Policía Argentina

Especializaciones en Suicidología: Red Mundial de Suicidiólogos (Representante Nacional hasta el año 2.008); Red Iberoamericana de Suicidiólogos (Argentina).

Miembro de la Asociación Argentina de Salud Mental (AASM), desde el 10 de agosto de 2016.

Ex - Miembro de la Sociedad Mexicana de Tanatología.

Libros publicados: “Suicidio Infanto-Juvenil” - Cómo reconocer las Señales de Advertencia (Editorial Arandura. Año 2006); en proceso: “Estrés, Depresión y Suicidio”. Disertante en múltiples eventos en varios países.

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