*) Psic. Manuel Froilán Zavala Ayala

Aproximadamente el 70% de las personas que han recurrido al suicidio, presentaban un cuadro depresivo, y en la mayoría de los casos, dicho cuadro no fue tratado.

Quienes sufren de importantes desórdenes depresivos o de distimias crónicas, casi siempre, más allá de sus actitudes y de su temperamento anterior a la enfermedad, tienden a contemplarse a sí mismos y a sus relaciones desde una óptica negativa y desesperanzada.

Recluidos, faltos de motivación, carentes de energía o interés, es como si llevasen anteojos oscuros que tiñeran su visión del mundo que los rodea. Dado que dedican su atención selectivamente a los sucesos y a las sensaciones negativas, su sensibilidad frente a la crítica, la sensación de no valer nada, y una autoestima comprometida, hacen que les resulte difícil aceptar datos de valor positivos o de apoyo.

A veces, su depresión hace que se sientan más frustrados e irritados cuando se les ofrece ayuda. Muchos de ellos, debido a la frustración y desesperanza, sumada a la depresión, recurren al suicidio.

No es, por lo tanto, sorprendente que las familias de los pacientes deprimidos casi siempre vivan angustiadas. La depresión actúa como una lente de aumento, destacando todos los problemas normales de las familias y de los miembros de las familias, haciendo que estos temas parezcan más serios y agregando complicaciones propias, generadoras de preocupaciones y de estrés.

Cualquiera que haya observado las luchas de los pacientes deprimidos con sus familias sabe que hay una relación compleja y poderosa entre la depresión y la vida familiar. Aunque la biología y la genética pueden desempeñar una función destacada en la etiología y el curso de la depresión, una variedad de aspectos psicológicos, especialmente la variante familiar, son también factores cruciales.

Las familias ejercen influencia importante sobre el origen y el desarrollo de la enfermedad, y la manera en que responden a la depresión afecta a las vidas tanto de los individuos como de cada familia como entidad.

Los hijos tienen su propia manera de reaccionar ante la depresión de alguno de sus progenitores. Con frecuencia, se sienten responsables de la desdicha de sus padres y se suponen a sí mismos deficientes o indignos por no poder despertar suficiente interés o atención.

No es sorprendente, pues, que ellos también puedan, con el tiempo, presentar síntomas a medida que sus necesidades se ven descuidadas.

Las personas con un cuadro depresivo DEBEN acudir a tratamiento psicológico y psiquiátrico. Los cuadros depresivos no se revierten SÓLO con fármacos. Es VITAL la intervención psicológica.

Recuerde: El SUICIDIO es una causa de muerte EVITABLE.

*) Licenciado en Psicología, especialidad Clínica (con Habilitación Profesional del MSP). Miembro Honorario en el Área de Negociación Antisecuestro (gerenciamiento de crisis) del Grupo Halcón de la Policía Argentina

Especializaciones en Suicidología: Red Mundial de Suicidiólogos (Representante Nacional hasta el año 2.008); Red Iberoamericana de Suicidiólogos (Argentina).

Miembro de la Asociación Argentina de Salud Mental (AASM), desde el 10 de agosto de 2016.

Ex - Miembro de la Sociedad Mexicana de Tanatología.

Libros publicados: “Suicidio Infanto-Juvenil” - Cómo reconocer las Señales de Advertencia (Editorial Arandura. Año 2006); en proceso: “Estrés, Depresión y Suicidio”. Disertante en múltiples eventos en varios países.

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