Mauro Mendiburu 2*) Mauro Mendiburu Benedetto

El flamante gobierno argentino que asumió en diciembre de 2015, enfrentaba apasionantes desafíos y fuerte confianza por parte de los agentes económicos. Casi sin excepción, los analistas económicos entendían que se debía lidiar contra un sistema de control de cambios que ahogaba a la economía, un sistema tributario muy pesado, un estancamiento económico que ya duraba dos años, una tasa de inflación demasiado elevada, y un desequilibrio fiscal que no contemplaba demoras en su corrección. El nuevo gobierno presentó un equipo de “CEOs de gestión” para superar estos problemas.

El mes de diciembre del año 2015, fue quizá el mejor de la administración económica del flamante equipo de gobierno de Cambiemos. Se liberó el sistema cambiario, adoptándose un sistema de tipo de cambio de flotación sucia; sin corridas cambiarias y bancarias, sin traumas de otras épocas, y sin ahuyentar capitales. Se podría decir que el comienzo fue el mejor.

Inmediatamente se resolvió liberar de gran parte de su peso tributario a dos sectores productivos específicos: el agro y la explotación minera. Se encaminaba Argentina finalmente hacia una reforma tributaria profunda que removiera los obstáculos del crecimiento económico?. No fue así; dicha medida fue la primera y última que atacara la estructura tributaria que detiene la producción local.

A partir de allí, el equipo de los CEOs (como les gusta que se los denomine), no dejó de cometer errores: política monetaria restrictiva con altas tasas de interés de las Lebacs con un déficit fiscal creciente financiado con endeudamiento, marchas y contramarchas en aumentos descontrolados de tarifas, apertura al resto del mundo con un tipo de cambio claramente retrasado, y claro mensaje a los agentes económicos de impericia (y falta de ideas) en el manejo económico de los que se decían profesionales de gestión. La frutilla de la torta, fue aprobar por ley un buen plan de blanqueo tributario y destruirlo con un decreto que favorece a los familiares de los actuales gobernantes.

Los errores desembocaron en una inflación casi del doble de lo estimado a inicios de año (42% contra 20%), se empujó la economía hacia una recesión profunda (se había anunciado la misma terminaría a mediados de 2016, pero el PIB caerá en el entorno del 2% este año), fuerte endeudamiento externo (aportará más de 2% del PIB en pago de intereses para 2017), aumento del déficit fiscal (llegaría al 7.5% del PIB descontando el blanqueo de capitales) para 2017. Desde el punto de vista de la macroeconomía, claramente hubo un fracaso en los resultados que decepcionó a la mayoría de los economistas locales.

Pocos sectores se beneficiaron en este primer año de gobierno: el agro tradicional y pampeano, la producción minera, los servicios públicos y las finanzas. Entre los perdedores, encontramos a los consumidores, la industria (cayó 7% en el año), las exportaciones no tradicionales, la construcción, el turismo, las economías regionales, y podemos seguir.

Si bien se descuenta un efecto rebote en el 2017, como mucho Argentina se encontrará en iguales guarismos a los que veíamos en el saliente mandato de Cristina Fernández. Para el Gobierno, los resultados fueron positivos; para la oposición política serán dos años perdidos; para quienes hoy nos beneficiamos del tipo de cambio retrasado, mejoras a corto plazo y previsiones para el ajuste que se vendrá a mediano plazo.

*) Es Master en Economía Financiera por la Univ. of London-SOAS, UK. Se desempeña actualmente como Profesor de Economía de la Universidad de la República (CURE-Maldonado) y de la Universidad Católica del Uruguay (Sede Punta del Este). Es asesor de inversiones financieras.

e-max.it: your social media marketing partner