*) Psic. Manuel Froilán Zavala Ayala

María siente el sabor amargo del vacío, de la nada, de la impotencia y del dolor… las lágrimas corren a través de sus mejillas. Lleva un hermoso ramo de flores entre sus manos, y clava su mirada en el piso.

Su mirada penetrante llega a una pequeña cajita de cedro de un poco más de medio metro. Levanta los ojos al cielo soleado, como si la naturaleza hiciera caso omiso a las sombras que invaden su corazón. La mente de María retrocede muchos años atrás, a esa terrible noche en que su vida cambió para siempre.

Todo sucedió una noche de otoño. María dormía cómodamente en su cama. Repentinamente escuchó los gritos de Alejandro, su pareja, quien comenzó a llamarla a gritos… ella comenzó a temblar. Alejandro se acercó a la cama y ella pudo sentir el olor a alcohol que lo impregnaba. Otra vez estaba borracho… y ella sabía lo que eso significaba.

El la miró, observó, y sus manos ásperas y toscas se ciñeron a ella con terrible crueldad y rudeza. María cayó al piso por la fuerza descomunal de su agresor, quien la arrastró escaleras abajo gritándole insultos y palabras de todo tipo y calibres. Todo su cuerpo sufrió los golpes de la brutal caída, hasta que llegó al piso de abajo.

El hombre que juró amarla y protegerla, comenzó a golpearla salvajemente. María oyó el sonido de una caldera y sintió que un chorro caliente le mojaba la cara. De pronto los golpes navegaron de su cara a su vientre, y mil puntapiés se estrellaron sobre ella.

Comenzó a gritar: ¡No por favor, no!!!... Pero era demasiado tarde. María se sintió sobre un suelo pegajoso y húmedo, y vio como un líquido rojo se escurría por todas partes. Un dolor agudo le oprimió el vientre, y le desgarró las entrañas. Comenzó a gritar pidiendo ayuda y tratando de proteger su vientre de los golpes, mientras Alejandro seguía pegándole hasta que perdió la conciencia.

Despertó en el hospital, mientras llevaba las manos a su vientre. Trató de sentir al ser que gestaba dentro de sí, pero fue en vano; no hubo ningún movimiento. En ese instante lo supo. Su hija estaba muerta.

En cuanto al perfil psicológico de los hombres que llegan a cometer feminicidio la señal más evidente, es el control total que el hombre intenta ejercer sobre la mujer en todos los ámbitos de su vida; desde su forma de vestir, de arreglarse y relacionarse con los demás.

La descalificación y el maltrato psicológico, son las armas más comunes que mantienen a la mujer dentro del círculo de la violencia. Por lo general, los agresores intentan alejar a la mujer de su familia y de sus amigos para que no tenga redes de apoyo que le permitan salir del círculo de la violencia.

Todo lo supervisan y controlan, desde preguntas tan sutiles como quién te está llamando, por qué te saluda ese hombre y por qué tardaste en llegar.

Estos son hombres que controlan el lugar donde están las mujeres, las horas de entrada y de salida de su trabajo, les revisan el teléfono y la cartera, y las llevan y recogen en todos lados con el pretexto de que quieren protegerlas.

Además, quieren tener hijos lo más rápido posible para crear un vínculo que sea más difícil de romper en el futuro. Por último, estos potenciales agresores hacen uso de la descalificación para mermar la autoestima de la víctima.

Estos hombres humillan y ofenden a la mujer, le dicen que no sirven para nada ni valen nada, que son una carga, que nadie las va a querer como ellos. Y poco a poco las víctimas se lo creen, hasta que sienten que no pueden vivir sin él.

 

*) Licenciado en Psicología, especialidad Clínica (con Habilitación Profesional del MSP). Miembro Honorario en el Área de Negociación Antisecuestro (gerenciamiento de crisis) del Grupo Halcón de la Policía Argentina

Especializaciones en Suicidología: Red Mundial de Suicidiólogos (Representante Nacional hasta el año 2.008); Red Iberoamericana de Suicidiólogos (Argentina).

Miembro de la Asociación Argentina de Salud Mental (AASM), desde el 10 de agosto de 2016.

Ex - Miembro de la Sociedad Mexicana de Tanatología.

Libros publicados: “Suicidio Infanto-Juvenil” - Cómo reconocer las Señales de Advertencia (Editorial Arandura. Año 2006); “El Suicidio - Un grito silente (Imprenta Tradinco. Año 2017). Disertante en múltiples eventos en varios países.

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