*) Prof. José Luis Corbo

“El aparato de información atiborra, por la prensa, radio, televisión, a todos los “ciudadanos” con dosis diarias de nacionalismo, chovinismo, liberalismo, moralismo, etc. Lo mismo vale para el aparato cultural (el papel del deporte es de primera importancia para el chovinismo)” (Althusser, 1968, pág. 125).

Podríamos preguntarnos si la lógica que transita el discurso social actual se ajusta a los discursos que nos anticiparon los grandes pensadores de la historia. La analogía descriptiva de Bauman en cuanto a una “modernidad líquida” como intento por referirse a esos tiempos que promueven adaptarse a la vorágine del cambio como estigma del progreso, cobra sentido a diario y aplica aún más, cuando las generaciones a las que nos referimos promueven dichos cambios y se embanderan en ese transitar indefinido.

Lo interesante de nuestros tiempos es lo imperceptible de los cambios que operan de manera casi que mecánica, pero se desvanecen al momento de digerirse y reaparecen fuertemente instalados cuando retornamos al estado de “conscientes”.

Dicho de otra manera, nos percatamos de lo que pasa después que pasa y elaboramos discursos protectores que nos dibujan casi ausentes en los momentos específicos de las transformaciones esenciales.

Podríamos ensayar el ejercicio de pensar a qué aplica esta afirmación, y nos sorprenderíamos sobremanera, solamente en el intento por rescatar esas cosas que antes fueron algo que hoy no son. Desde las modas hasta los libros, desde el clima hasta la política, se dibujan nuevas formas constituidas sin percibirse, mientras la mayoría perdimos el tiempo añorando otras aún más lejanas.

Transferimos nuestra hipótesis al campo del Deporte y específicamente a los centros deportivos municipales, cartel político del departamento de Maldonado durante décadas que, en nuestra visión, han sido víctima de esa metamorfosis inevitable.

Bajo la afirmación liviana del poder educativo del deporte, la mayoría de dichos espacios surgen a fines de los 70 y principios de los 80, con la intención de promover la actividad física y la recreación en la búsqueda de ciudadanos saludables, pero con la duda eminente que puede provocar una estructura política defensora acérrima de espacios ideológicos asociados al adoctrinamiento. Y no sólo adoctrinamiento conductual, sino a su vez ideológico, inevitablemente implícito en el proceder de quienes lideran los mecanismos, y en el modelo de sujeto que ese estado pretende construir en base a la estructura que promueve en las instituciones.

Pero, de forma casi imperceptible y bajo el descuido de quienes los crearon, los centros deportivos se transformaron en otra cosa: en verdaderos espacios de formación ciudadana, socializadores y promotores de una cultura corporal del movimiento propia de ese momento histórico.

Las familias disfrutaban de espacios educativos gratuitos, en los cuales se veía crecer a esos sujetos, nuestros sujetos y nosotros mismos, espacios que, en algún momento de esa historia, se transformaron en verdaderas instituciones educativas no formales. Los valores se transmitían y se reconstruían ahí dentro.

El deporte de ahí, el de los centros, operaba como productor y reproductor de valores en un sistema de relaciones sociales y culturales complejas que, sin saber cómo, construyeron su propia ideología, condicionada naturalmente por la carga ideológica y política que las condicionó.

Y en esa lógica causal en la que se estructuraba el aparato, esa fuerza imperceptible que mencionamos, una generación fue testigo de transformaciones de las que jamás fue consciente, pero que construyeron un nuevo modelo de institución, manipulado a conciencia de los que orquestan el poder, con la intención de generar una especie de dependencia desde los sujetos y hacia el poder político.

Y la potencia de esta sensación fue tal, al punto de pensar ciertas prácticas vinculada al Deporte, la Recreación y la Gimnasia, a merced de las intenciones políticas de quienes manejaban los centros, encargados de hacernos creer que, en sus manos, se construía una cultura particular.

De esa forma se constituyeron y cobraron fuerza, verdaderos ghettos ideológicos, aparatos reales de manipulación, atrincherados con fuerza en su propio espacio, pero con la certeza de volcar sus energías en construir ideología desde ahí mismo, en función de la gestión de espacios de orden público que asumen pueden usarse a merced de favores políticos.

Lo interesante es que ni siquiera quienes transitamos el proceso, fuimos conscientes de la transformación. Solamente vimos el tren cuando miramos hacia atrás, y nos quedamos mirando con la triste sensación de haberlo perdido y encontrarnos subidos en otro, que seguramente jamás quisimos tomar. El potencial de los centros deportivos como instituciones educativas no formales es innegable, así como el espacio de debate que desde allí debemos generar, en cuanto al sujeto que realmente debemos construir en ellos. Hoy estamos lejos de eso.

*) Licenciado en Educación Física (ISEF Udelar). Entrenador de fútbol (ISEF-Udelar). Actualmente cursando la Maestría en Didáctica de la Educación Superior (Centro Latinoamericano de Economía Humana).

Director coordinador de Educación Física, del Consejo de Educación Inicial y Primaria/Administración Nacional de Educación Pública. Maldonado-Uruguay. (ANEP/CEIP). Integrante de la línea “Políticas Educativas y Formación Docente.

Educación Física y Prácticas Educativas”, adscripta al grupo de investigación sobre La Educación Física y su Enseñanza.

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